30 Jun BOCETOS 10 X 9
1. FILOSOFÍAS
1.1. Algunos buenos profesores invitan a leer a los clásicos de la filosofía en crudo: a lo bestia, directamente, sin guías ni notas ni estudios previos. Está muy bien, y a menudo se saca de ello un buen resultado, pero también es verdad que hay por ahí autores que escribían tan en críptico que su lectura directa seguramente sólo provoca deserciones. Pero hay que atreverse (y sobre todo los que no son del gremio) con Kant (hombre, tampoco hay que empezar por las Críticas, pero aun así), con Schopenhauer, con Aristóteles, con otros cuantos. Siempre se saca algo.
1.2. Seguir preguntándose cuál es la utilidad de hacer filosofía es como preguntarse cuál es la utilidad de hacer metabolismo. No se suele preguntar inocentemente qué función cumple, sino si deberíamos seguir haciéndola. Algo que en el caso del metabolismo desvela más claramente que se trata de una pregunta absurda.
1.3. Comentaba el último Leedor la nueva forma de escribir Historia de Daniel Immerwahr. Hay algunos más que llevan un tiempo escribiendo en un idioma y con unas nociones más propias de hoy que de hace cincuenta o sesenta años. ¿Sucede con la filosofía? Porque a veces parece que sólo tenemos dos posibilidades: o rimbombancias de tratadista sobre los antiguos tratadistas, o jerigonza muy de una escuela o de otra o de otra más, a menudo resbaladas hacia lo camelístico, pero muy muy «de hoy» (aunque suelan ser de hace cien o ciento cincuenta años). Sin embargo, hay algunos que escriben inteligiblemente, pero es difícil encontrarlos. Habría que hacer un esfuerzo para que crezcan.
1.4. Ha entrado en la moda retórica el concepto y la denominación de «rumiación». Pero si se escucha a sus profetas con atención, se percibirá que en muchas ocasiones no hablan de algo diferente de la mera reflexión. Es verdad que eso de reflexionar es algo que a la mayoría de los psicólogos de combate siempre les ha molestado. Esa imagen de reflexionar asociada a un buey medio tonto que no deja de darle vueltas a la bola de hierba no está mal publicitariamente, porque ya transmite lo que la mayoría de esos piensan acerca de reflexionar.
1.5. Los que afirman que todo lo explica la lucha de clases, ¿de verdad se lo creen? ¿O sólo lo simulan durante una temporada que les viene bien para ligar? ¿Cuántas más cosas tienen que pasar para que abran su campo visual? ¿Y también se lo creen los que afirman que todo lo explica la Idea, o todo lo explica una moral única, o todo lo explica la competencia? ¿De dónde sale la necesidad de rechazar casi todo y reducir todo a una sola cosa?
1.6. Por supuesto que hacía falta una renovación y hasta una revolución en modales, actitudes, ideas y ambiciones en la filosofía. Pero hete aquí que, jubilados aquellos, todo lo que se ha conseguido es que los nuevos líderes académicos sustituyan las antiguas rutinas elitistas de chaleco y corbata reverendas por… rutinas elitistas de inclusividad, diversidad y alternatividad. Y todo el resto de tópicos que vienen presentándose como «avanzados» ya desde hace setenta u ochenta años. Poco avance.
1.7. Hay que volver a leer a unos cuantos cada cierto tiempo. Esas cosas de Aristóteles, esas otras de Platón o de Agustín, seguramente Descartes, desde luego Spinoza, Kant, Schopenhauer por supuesto, el Tractatus… Y luego volver de vacaciones con espíritu mejorado.
1.8. La filosofía padece una paradoja o quizá solamente un vicio circular que comparte con sólo algunas otras disciplinas: para conocerla hay que apreciarla, y para apreciarla hay que conocerla. Ni una sola persona de las que la han estudiado dirá ni ha dicho nunca esas idioteces gruesas y de rústico de zarzuela que dicen algunos acerca de ella. Es invariable y muy visible que los que dicen así no conocen prácticamente nada de la filosofía. Salvar ese círculo es, a lo mejor, un asunto más de esos del azar: un día cayó en los oídos del sujeto algo seductor y filosófico porque pasaba por allí, y el muro fue superado. O a lo mejor es otra la causa de su aproximación. Creo que nadie lo ha estudiado.
1.9. Sólo la muy cacareada (y real) «hegemonía anglosajona» del siglo XX ha impedido colocar en su justo lugar la historia del pensamiento español de, como mínimo, cinco siglos a esta parte. Por supuesto no sólo los autores anglosajones la han acallado o directamente robado, sino muchos de muchos idiomas y culturas que han seguido a los primeros. También algunos ignorantes pero célebres franceses han ayudado lo suyo, desde Voltaire a algún reciente presidente de la república. Desde las cortes de León en el lejano 1188 hasta las leyes de Burgos y Francisco de Vitoria y la Junta de Valladolid en 1550, la afirmación de la humanidad de los pueblos encontrados en el Nuevo Mundo (¡y a pesar de Aristóteles y de la Europa aristotélica!), el derecho de los pueblos, los derechos humanos, el respeto y el cultivo de los nuevos idiomas imprevistos, el establecimiento de hospitales y universidades como primera medida, y los arbitristas, y los ilustrados, y los afrancesados… Hay un universo de obras y de ideas originales, muchas de ellas atribuidas a otros, y a otros de otros países y culturas, que alguien tendría que colocar en el puesto que merece en el contexto de la historia comparada. Marxistas y eclesiásticos han trabajado mucho en contra.
1.10. Arthur Schopenhauer.
2. UMBRÍA
2.1. Cuando alguien te agrede, si te defiendes con la suficiente energía para parar la agresión te acusarán a ti de ser el agresor.
2.2. Cuando alguien te reprocha haber hecho un chiste sobre el presidente de gobierno, y con ese reproche súbitamente ha ensuciado el ambiente amigable de la velada, si te defiendes diciendo que haces los chistes que te sale de los cojones hacer, y especialmente sobre los presidentes, se te acusará a ti de haber sido ese que ha ensuciado el ambiente de la velada. La cobardía para enfrentarse al abusón ha sido uno de los principales contenidos de la educación antigua que se presentaba como buenos modales, y es probablemente el principal, a mucha distancia del segundo, de la educación actual, que se presenta como tolerancia. Suele ser tolerancia al agresor y comprensión hacia sus causas, claro.
2.3. Si alguien se burla de tus ideas o tu condición con ironía chic o con ese clásico «ah, pero entonces eres de esos que…» y tú le dices que «Veo que tú eres de esos que clasifica a las gentes entre esos y otros», te pedirán gravemente a ti que no hagas ironías hirientes.
2.4. Si crees que has estado haciendo bien algo a lo largo de años, y que por fin has culminado, no te acomodes. Inmediatamente surgirá del rincón menos esperado algo que derrumbará tu satisfacción y te hará ver que una vida que creías justificada en realidad no lo está. Especialmente con asuntos de personas, claro.
2.5. Parece imposible que hermanos ya añosos tengan los mismos recuerdos de sus padres. Al contrario que en la actualidad, antaño los padres se esforzaban mucho en dar a cada uno de sus (en general numerosos) hijos un trato muy individualizado. Clásicos: la hija menor, más mimada; los varoncitos medianos, consentidos. Etcétera. En particular, la dureza y las bofetadas se reservaban para los varones mayores, a los que se les pedía, no clara pero sí vivamente, algo de la familia de la «virilidad». Si esta no se presentaba, se acentuaba la petición adherida a castigos. Y así hasta la edad adulta o hasta una juventud suficiente. Luego, unos recuerdan sólo a un padre dadivoso, otros a un ausente, otros a un tutor y otros a un violento. Que unos hermanos no conozcan o no reconozcan la realidad de los otros es una desgracia insuperable que deja las vidas con un pequeño rincón para siempre en la oscuridad, porque ese reconocimiento hubiera sido el único consuelo.
2.6. No llegues a creer que has encontrado al médico que por fin comprende las cosas que le pasan a tu organismo y las encarrila y te deja vivir. Muy pronto el médico necesitará más ingresos y empezará a encargarte pruebas absurdas, incómodas, dolorosas e inútiles en una nueva consulta que ha fundado con unos socios, sólo para ir ahorrando para su jubilación.
2.7. En la mayoría de los casos, la ostentación de honradez y de preocupación social no son más que meros camuflajes de actitudes incívicas y deshonestas. Todos claman por una buena seguridad social, por unas buenas escuelas, por las pensiones. Pero como te arreglen un grifo te van a querer cobrar sin factura.
2.8. Qué cantidad de veces te has mostrado afable, amable y educado con desconocidos, y estos sólo han interpretado tu actitud sospechando que te estabas burlando de ellos y llegando a contestarte como si ya hubieran comprobado que era así. Eso ayuda a fomentar en ti, claro, el comportamiento maleducado y la acritud de la que, por otro lado, luego se quejarían. Desgraciadamente, lo de ser afable es casi un reflejo y te va a salir automáticamente, así que vas a ir de problema en problema.
2.9. Nos han engañado a muchos desde la infancia con la existencia de una quimera a la que dan el nombre de compañerismo. Con suficientes años, te das cuenta de que eso no era más que una especie de estrategia comercial para sacar de ti todo lo posible sin darte nada a cambio.
2.10. Con todo, que en tu entierro nadie pueda decir que tú fuiste de los que hizo más desagradables las vidas de los demás. Tú habrás pagado tus impuestos, habrás sido buen compañero, no habrás abusado de nadie… Y aun así alguien hablará mal de ti. Pero por ti que no quede.
3. CIRCENSES
3.1. Lo que de verdad es un placer siempre y sin excepción es asistir a cualquiera de las funciones de cualquiera de las obras de la Compañía Nacional de Teatro Clásico
3.2. No da la impresión de que el rap o el trap o cualquiera de sus variantes esté ejerciendo hoy el papel que hace sesenta y setenta años ejerció el pop restallante: los jóvenes entregados y divertidos, los mayores renegados y gruñones, y cierta conexión entre esas músicas y todo lo demás que estaba pasando. Lo de la conexión esa no se ve hoy.
3.3. En mayo pasado asistimos a los debates y las broncas sobre el racismo en el fútbol a propósito de aquel incidente contra el futbolista Vinícius en el estadio del Valencia. Y esos debates fueron posibles gracias a que el realizador de televisión del partido Valencia-Real Madrid lo hizo bien, a diferencia de lo que piden las consignas, y no nos quitó de pantalla los insultos y los gestos de unos espectadores contra el jugador. Nunca se ha comentado en ocasiones anteriores, ni en esta, la actitud de los jugadores locales, que se limitaron a intentar apagar el fuego como si no hubiera fuego, y a acallar al jugador insultado, y a alejarlo, y a apartarlo, y a cubrirlo casi hasta hacerlo invisible (y uno, en el extremo del paroxismo memo, le tuvo medio minuto estrangulado por la espalda). Muchos jugadores locales en muchas situaciones han hecho esas mismas cosas desde siempre. Que luego no se tiren el rollo de que están contra el racismo o con cualquier otra postura conveniente. Sólo les interesa que les vean sus pagadores defendiendo el establo.
3.4. Hace muchos años se hizo un debate vivo en las teles, derivado del periodístico sobre las informaciones sobre el terrorismo: si en un partido en directo hay incidentes, ¿los debemos mostrar en pantalla como parte que los espectadores tienen derecho a conocer, o los ocultamos «para no fomentarlos»? Semejante paternalismo bochornoso no tiene argumento alguno de defensa, pero desde luego sí tiene potencia, porque consigue ser el criterio preponderante. Si hay bronca o pelea o delitos en las gradas que interrumpen el espectáculo, ¿quién es nadie para decidir que los espectadores, en su minoría de edad moral, no deben ver esas maldades, y en lugar de ello ver planos y planos de césped vacío o de balón quieto, sin explicarse qué está pasando? (Y el caso es que llevamos treinta o cuarenta años de evitación visual de esos incidentes, pero han seguido produciéndose, lo cual ya debería ser signo suficiente para que los preocupados censores reflexionaran.)
3.5. Eso de que Les Luthiers se despiden es algo tan difícil de entender como si nos dijeran que mañana se producirá la última floración o el último concierto de Mozart o que no se editará más el Quijote. Debería haber algo como los Inmortales, como algunos clubs de fútbol o algunas compañías de teatro, que se relevan sus individuos, y se relevan, y se relevan, de modo que el sujeto colectivo nunca desaparece, claro. ¿Una vida sin una visita regular a Les Luthiers? ¿Cómo se hace eso?
3.6. Muchos denigran espectáculos como el fútbol porque, según dicen, «no son deporte». Costaría encontrar en la actualidad algo que sea solamente ese «deporte» del que hablan porque, al parecer, todo lo que sea vistoso, entretenido, divertido o rentable se separa de ello, que se diría que hay que entender como un esfuerzo en la pureza de la aridez estética y económica. Bueno, ¿y qué? ¿Acaso el ballet es peor sólo por «no ser deporte»?
3.7. Y a eso se suma, para terminar de fastidiar, la pretensión de que en los equipos de fútbol se fiche solamente a «gente de aquí» (parece que esto lo empezó el Athletic de Bilbao, entonces Atlético, en sus orígenes). O sea, no vale que el Teatro Real de Madrid tenga una de las mejores compañías de danza del mundo; es que sus componentes tienen que ser nacidos en Madrid. Y si anda por ahí un Nureyev o una Tamara Rojo, no madrileños, ni soñar con contratarlos. Porque ya se sabe que tiene que ser una cosa representativa de… Un momento: ¿de qué?
3.8. A muchos les divertía la revista o revistilla pícara, con sus diferentes grados, esa que en ocasiones se considera «típica de El Paralelo» o, en Madrid, «de La Latina». ¿Qué ha sido de ella? Es verdad que sus picardías sólo eran tales en sociedades de mayor represión sexual, pero seguro que pueden ser sustituidas por el equivalente actualizado, supongo. Eran muchos miles de personas las que encontraban en ese género su diversión semanal o mensual. Recuerdo que cuando se hicieron intentos televisivos de desarrollarla con argumentos, digamos, más actuales, con alguna serie de producción nacional, las élites cargaron a degüello más o menos porque, al presentar, siempre en sátira, situaciones y problemas de hombres y mujeres reales, no presentaban proyectos de «mujeres empoderadas» y hombres representantes de «nuevas virilidades» y cosas por el estilo. Una pena, porque el chiste algo grosero, el humor de sal gorda, la satirización de venerandos, todo eso, no sólo es algo a lo que todo el mundo tiene derecho, sino que es del gusto de muchos, y sólo por prejuicios se les quita.
3.9. Es posible que los boomers estemos deformados como sarmientos por crecer en una sociedad que a cada minuto era diferente de la anterior, y en la que las novedades se sucedían una a otra como las nubes en un día ventoso de La Coruña. Será así, y será que eso somos, y no podemos prescindir de ello, pero el caso es que seguro que no es sólo eso lo que nos hace sentir que el rock y el pop hace ya décadas que se repiten. Han intentado presentar como su evolución esos rap y afines mencionados antes, pero no funciona así el asunto. Hace mucho que no hay más que más de lo mismo. Por favor, que alguien invente de verdad.
3.10. Seguramente está bien que a tantas gentes les gusten las fiestas de pueblo. Seguramente está igual de bien que a tantas otras no les gusten. Y mejor todavía que a estas segundas no les obliguen a soportarlas. Se diría que las hordas humanas en fiestas se saben, se sienten y se creen con licencia para imponer su ruido a quien no quiere sufrirlo. Con eso no hacen más que imitar y poner en práctica lo que ven hacer a los políticos, claro: invadir y ocupar cualquier espacio personal y privado. Si no quieres el ruido de las fiestas, no vivas en el centro del pueblo, dicen. ¿Por qué se considera que una cosa obliga a la otra? Hay tres o cuatro cosas que muchos creen que deben divertir a todos; pero yo no tengo derecho a suponer que el ajedrez que a mí me divierte o Ser o no ser de Lubitsch divierten a todos, y menos a imponerlos. Seguramente estaría bien que alguien encontrara una solución.
4. IRA DIERUM
4.1. No suele funcionar lo de rescatar modales del pasado cuando algo no funciona hoy. También sucede que a lo mejor algunas cosas no deberían haberse abandonado, y que hay modales que no se deberían haber quedado en esa situación de ser calificados como «del pasado». Eso de una ministra soltando voces, iracunda, a una humilde paisana que le preguntaba por la calle cómo es que ella ya anciana nunca había tenido suficiente para comprarse una casa, no sólo es un espectáculo bochornoso, sino que manda a la mierda esa pequeña pero valiosísima colección de valores que nunca se debería despreciar. Si antes de los diez años no has entendido que un cargo con ese poder (y con mucho menos poder también) bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia se puede permitir tratar así a un ciudadano, probablemente ya nunca lo vas a entender (y desde luego nunca deberías ser ministra).
4.2. Seguramente es muy eficaz que casi todos los políticos se relacionen sólo con gente de su pandilla o de su partido o de su ideología. Por eso muchos se comportan como imbéciles. Es curiosa la costumbre, extendida entre todos ellos, de utilizar una palabra que el habla popular prácticamente ha olvidado para calificar sin dudas y como reflejo a todos «los otros»: cretino. A lo mejor es que aciertan. Todos.
4.3. ¿Qué es un país racista? ¿Qué es un país homófobo? ¿Qué es un país machista? Lo más sorprendente, en cuanto se le presta alguna atención, es la necesidad que tienen tantos de calificar al país. Hay demasiada prisa en ascender desde sucesos particulares, por numerosos que sean, hasta las calificaciones universales. Ahí pasa algo. España ha vivido últimamente una borrasca con este tema. Tiene leyes de las más avanzadas del mundo al respecto. Pero también tiene individuos embrutecidos, bestializados, carentes de racionalidad, biológicos, que en cuanto ven un perro por un pueblo le tiran una piedra y sueltan risotadas desdentadas, o en cuanto ven un nido en un árbol espantan a los padres pájaros y se cargan los huevos y sueltan risotadas desdentadas, o en cuanto ven a una persona negra gritan «mono» y sueltan risotadas desdentadas. Como todos los otros «países». Pero si estos brutos españoles son pillados por la Guardia Civil lo van a tener muy crudo en los tribunales. ¿Eso pasa en un país racista? ¡Claro que hay fulanos racistas en España! Nunca dejará de haberlos en ningún lugar. Pero lo que califica a una sociedad no es la existencia de estos o aquellos comportamientos minoritarios, ilegales y destructivos, sino la voluntad general expresada, por ejemplo, en las leyes que se ha dado.
4.4. Y por mucho que se ponga el hueco y nulo Lula, los bestias de aquel estadio que insultaron al futbolista Vinícius no cometieron una «agresión» de España contra Brasil. Lo de llamar a consultas a su embajadora en Madrid ha sido tan ridículo como lo de comparar la invasión rusa de Ucrania con la actuación antidisturbios el 1-O. No hay un más allá de eso.
4.5. Así que en las pasadas elecciones municipales y autonómicas el pueblo se ha vuelto a equivocar, y los elegidos mayoritariamente, de derechas, van a atacar a «los universitarios hijos de la clase obrera», como dijo un despistado carguito municipal o autonómico valenciano a un reportero de televisión. Pero parece que a estos iluminados el pueblo se los va quitando paso a paso y mandándolos a ese lugar del que nunca debieron salir: los centros culturales de barrio, por ejemplo, para que hagan ahí sus performances y sus escandalitos que no escandalizan a nadie. Pero fuera de la gestión pública, por favor.
4.6. Probablemente es necesario, si queremos avanzar, abandonar esos cuidados estúpidos del lenguaje mojigato. Alguien consiguió colar en alguna ocasión que la única alternativa al idioma ofensivo era el idioma memo; y, sobre todo, que era ofensivo lo que no era ofensivo. No conozco negros a los que les resulte ofensivo que se diga que son negros, ni chinos chinos, ni blancos blancos. Todos sabemos lo que hay ahí, de modo que relacionarlo al pormenor es, eso sí, ofensivo para el lector: la entonación, el contexto, las colocaciones lingüísticas, todo eso.
4.7. Una simpática actriz española tuvo un gravísimo accidente de carretera, y hoy proclama en todas partes que ella no padece «una dismetría de miembros inferiores», sino que es coja. Algún interlocutor empieza, temeroso: «Hija, no…» Pero ella corta: «Coja. Con un par». ¿Qué tiene esto que ofrece esperanzas de arreglo para todo ese fenómeno del cursi puritanismo ignorante hegemónico? Idioma.
4.8. Llamar «extrema derecha» a todo lo que no eres tú es una gilipollez de tal calibre que sólo puede deberse a la mala intención. Y como hay tantas gentes faltas de instrucción, se lo creen. Y a continuación lo reproducen. Y en poco tiempo vuelven a dejar de hablarse personas que en España habíamos conseguido por fin que se hablaran con normalidad, y ahora ya no, solamente porque ya se sabe que con las personas «de extrema derecha» no hay que hablarse. Con un poco menos de edad, en lugar de «extrema derecha» el insulto es directamente «fascista». El fenómeno es, en realidad, una idiotez en su puerilidad: primero, dedícate a ensuciar y a desprestigiar un término; segundo, aplica ese término a una persona; tercero, el desprestigio se le contagia a esa persona: ¡qué genios, discurrir algo así! ¿No era eso lo que pasaba hace seis o siete décadas en España cuando alguien esgrimía contra otro los adjetivos de «impío», «ateo», «masón», «comunista» y otros pocos más, sin reflexión ni análisis ni simple observación previa, para cargarse a alguien?
4.9. Hemos verificado todo lo que se puede la historia que sabemos que es perfectamente real que contaba un compañero de web hace poco: en la caja de un supermercado, a una joven que va por delante se le caen al suelo unas fresquillas, y un hombre mayor que está detrás se agacha para ayudar a recogerlas; la joven, agria, le corta: «¿Qué pasa, que crees que no me basto sola?»
Eso sería suficiente para mandar a la joven a reeducación. Pero es más grave, porque es un signo inequívoco del ambiente social creado por quien ha estado cobrando un sueldo público para resolver problemas, no para crear problemas que no existían. ¿Cuándo ha sido un problema que un ciudadano ayude a otro a recoger un objeto que se le ha caído? Sólo desde cierto momento.
4.10. El arte del renacimiento, los libros de ciencia, los paisajes recorridos por el viento, las reflexiones de los clásicos más perspicaces, las actividades artesanales, las relaciones con los hijos y todas esas cosas en las que están el placer y el bienestar son a menudo invadidas y hasta inhabilitadas por esos humanos infectos que parecen venidos al mundo sólo para fastidiar y crear dolor e incomodidad a su alrededor. Y algunos hasta se ufanan de ello. Sean malditos.
5. PEDAGOGÍAS
5.1. Sin exageración alguna, uno de los fenómenos humanos más incomprensibles es el catastrófico triunfo de las antipedagogías de la postmodernidad en el mundo de la pedagogía. Es como si en la medicina hubiera triunfado y se hubiera hecho con todo el cotarro el curanderismo de una chamana de barrio caribeño, o como si en ingeniería se hubiera prohibido el uso de la rueda y de todo mecanismo derivado de la rueda, o como si en cine se hubiera prohibido iluminar el decorado para fotografiarlo.
5.2. Pero no hay que olvidar que en el cine hubo un grupo, o tendencia, o secta, que prácticamente prohibió esa iluminación: el que en su momento fue famoso Grupo Dogma, que ofreció al mundo la dádiva de su hallazgo primitivista y albigense. Se trataba de hacer cine sin iluminación artificial, y sin vestuario especial, ni maquillaje, y en decorados naturales, y con la cámara al hombro, y así. Pureza y blablablá. Durante unos años, cineastas (jóvenes) de todo el mundo les mandaban sus películas para que ese grupo de amigos daneses les enviaran a cambio un certificado de haber realizado una película según las normas del Grupo Dogma. Pero un documental desveló que esos cátaros del cine lo que tenían era poco dinero y pocas posibilidades de producir en condiciones, y por eso se tiraron el rollo pro-pobretón, con manifiesto de 4.000 palabras y todo. Y en el documental se ve perfectamente que se reían a carcajadas de los pobres ingenuos veinteañeros que solicitaban su certificado desde Grecia o desde España o desde Alemania. Una burla y un desprecio que nunca recibieron, ni recibirán, el castigo que merecen. ¿Por qué recuerda tanto a lo que han hecho las pedagogías de los últimos 40 años?
5.3. Hay personas muy formadas y muy informadas, y con décadas de experiencia práctica en la enseñanza, que afirman serena y rotundamente que se ha pasado una frontera que impide ya la reparación de la educación pública. Y sólo hablan de refundarla desde cero.
5.4. A menudo coincide que son los más altos y empingorotados pedagogos y «pedagogos de pedagogos» los que se horrorizan ante las gilipolleces de los terraplanistas o de los chemtrailers o de los frutívoros o de los que pasan muertos rodando cocos sobre la barriga de los deudos. Pero todas esas supersticiones calan y arraigan precisamente por la falta de conocimientos que la pedagogía acaricia como condición indispensable para… Ah, pues no se sabe muy bien para qué. ¿Por qué le molesta tanto a la pedagogía que en la enseñanza se transmitan conocimientos?
5.5. Hay quien se cree dos cosas perfectamente erróneas relacionadas con el duelo (?) entre la enseñanza pública y la enseñanza privada: 1) que en la enseñanza privada se dan las notas a los alumnos en función de la pasta que suelten los papás. 2) que en la enseñanza pública los papás no presionan a los profesores para que suban las notas de sus hijos. Parece difícil meter en la mollera de muchos que A) claro que hay papás que intentan lo de la pasta en algunas privadas, pero la mayoría no, e incluso al revés, porque es en las privadas donde anida, cuando se da, la mayor dureza a la hora de calificar. B) claro que hay papás en la pública que no presionan y que son leales y equilibrados, pero ¡vaya si hay amenazas y hasta agresiones y daños a los profesores por un quítame allá ese suspenso!
5.6. Y todo lo anterior sin perjuicio del efecto que sobre los propios alumnos ya ha hecho desde algunas décadas, y mucho más últimamente, la defectuosa divulgación sociopolítica, principalmente a través de telefilms e historias en redes diversas, que ha llevado a convertir casi en un lugar común, de tan frecuente, la frase «calla, profe, que a ti te pagan por aguantarme».
5.7. Seguimos sin definir ni diseñar la que tendría que ser asignatura fundamental, con unos grados u otros de profundidad, en todos los niveles de la enseñanza: fundamentos de derecho.
5.8. Hace ya un año de la erupción del volcán de la isla de La Palma. El cráter principal se abrió a media ladera. Se desató (no se mueve hoy en el mundo la pluma de un gorrión sin que se desate) la esperable oleada de comentarios listillos. Un gran capítulo de estos estaba encabezado por el comentario de un tío: «Lo que demuestra que esta erupción no es natural sino provocada por alguien es que los cráteres, como todos hemos aprendido, se abren en las cumbres de la montaña». Pocas críticas a la degradación de nuestro sistema de enseñanza se pueden hacer que superen en potencia a esa muestra.
5.9. Durante el franquismo no se podía hablar ni escribir abiertamente sobre la mala calidad profesional y personal de, por ejemplo, los policías; ni de los políticos, claro. Ni de los curas. Ni de algunos otros. Hoy si se puede, desde luego. Pero no se puede decir ni una palabra en contra de la calidad profesional de los maestros de primaria. Decir algo que los critique es como ofender a un gremio, a una clase social, a una población perjudicada. Pero en su mal ejercicio profesional y en su mala actitud está más de la mitad de la causa de la degradación de la enseñanza. No saben nada, no saben hacer nada relacionado verdaderamente con la enseñanza, no quieren saberlo, no quieren aprender más que chorradas de cursillos de pedagogos, y encima se miran y son felices con lo que ven. Alguien tendría que contarles lo que se ve desde fuera. Bueno: muchos lo cuentan, pero ellos sólo ven conspiraciones. Ah, es verdad que hay tres o cuatro maestros de calidad por ahí escondidos, enseñando un poco a escondidas de los inspectores y de sus compañeros.
5.10. Hace mucho tiempo, todos nos reíamos del famoso lema del monasterio de Poblet: «Lejos de nosotros la funesta manía de pensar». Poco a poco y sin que nos diéramos cuenta (o algunos puede que sí, pero nadie les oía) ha sido eso lo que ha ido invadiendo la ideología pedagógica. Prueba a proponer «reflexión», «investigación», «análisis», «deducción», por coger sólo algunos, en un entorno «pedagógico».
6. PAX NOCTIUM
6.1. El pobre vilipendiado, infamado y literalmente torturado Maquiavelo (gran injusticia con su nombre en el habla común) se ganaba la vida comerciando durante el día. Y tiene escrito: «Pero es al acabar la jornada, cuando me retiro a casa y ceno y luego me enfrasco en mi biblioteca, cuando vivo de verdad con mis verdaderos amigos, aquellos griegos y latinos de hace quince y diecisiete siglos, que llegan hasta mí con sus escritos, y con los que yo converso».
6.2. Pocas cosas superan a una buena tertulia entre amigos que discrepan.
6.3. No llegarán a 10. No es necesario pararse a hacer una lista completa. Hay una pequeña colección de libros a la que siempre se podrá recurrir porque nunca te fallarán. Cada uno tendrá la suya, naturalmente. Pero es probable que si alguien aprecia esto, no pueda dejar de apreciar el Quijote, Guerra y Paz, Los miserables, Fortunata y Jacinta, entre otros. Deberíamos viajar siempre con ellos en una maleta.
6.4. Telemann y su armonía de acordes largos tras una cena de verano.
6.5. Las sinfonías de Brahms en las mañanas festivas de invierno mientras esperas la llegada de las personas queridas que vienen a comer y miras los árboles sin hojas iluminados por el sol.
6.6. Hay playas solitarias perfectamente limpias en cuyas aguas puedes flotar y flotar sin plazo de tiempo, y al caer el sol tumbarte sobre su arena o sus piedras junto a personas queridas y compartir una cena y una conversación. Si lo haces una vez lo vivirás muchas veces incluso estando lejos y mucho tiempo después, porque ahí hay algo que conecta con lo más sólido de nosotros. Macenas y Carboneras en Almería, Isla y Noja en Cantabria, Caños de Meca en Cádiz, Taormina en Sicilia…
6.7. Para empezar, unas virutillas de jabugo y de queso de Idiazábal. De primero, pochas con almejas. De segundo, solomillo de vaca o lubina al horno con mayonesa. De postre, un melocotón maduro de 13 o 15 centímetros de diámetro. En otras ocasiones y nunca a una distancia menor de cinco o seis días, tortilla de patatas casera y verdadera, paella ídem, sopa de cebolla parisina, boquerones fritos, marmitako, judías pintas con chorizo, potaje de lentejas, pisto, menestra palentina, naranjas maduras y milhojas de nata.
6.8. La arquitectura expresa, cuando quiere, lo mejor del ser humano. Hay que frecuentarla mucho y contemplarla sin apremios y estudiar todo lo que se pueda acerca de ella. Recorrer el románico tardío peninsular, cuando se hace indistinguible de lo que los manuales llaman gótico, o recorrer el neoclásico civil armonioso y proporcionado, y luego zambullirse en los edificios racionalistas del XX o incluso en los inteligentes del XXI, son experiencias que sólo aumentan tu sabiduría y tu comprensión.
6.9. La música de Alberto Iglesias se acerca en muchas ocasiones a transmitir el perfecto amanecer de un día canicular cantábrico, justo en ese momento en que el sol saca un flequillo sobre el horizonte de agua, y en la orilla alguna persona se mueve tranquila. Y además consigue que recuerdes a Miles Davis.
6.10. La mayor parte de nuestras vidas se desarrolla en estercoleros, por supuesto; por eso hay que estar muy atentos y consignar y retener y saborear siempre los momentos en que, de pronto, todo es perfecto. Uno tiene la sensación de que se ausenta de la realidad, pero es un engaño, porque es simplemente el estercolero el que se ausenta y no está ahí durante unos momentos. Puede suceder en las situaciones más triviales y domésticas tanto o quizá más que en las excepcionales y sublimes. Un pequeño velero que se sitúa en el horizonte marino en el lugar perfecto durante unos segundos, un perro que te mira desde el camino junto al bosque y te sonríe, las personas que quieres que conversan ante ti con buen humor. No es difícil desarrollar la habilidad de retenerlos para siempre, y así revivirlos una y otra vez, y así vivir.
7. CINE
No se puede hacer una lista de esas que tan a menudo alguien pide de «las diez mejores películas de la historia». Habría que preguntarse cómo puede alguien quedarse tranquilo tras soltar una lista así, porque, a poco que sea cinéfilo con fundamentos, inmediatamente empezará a echar en falta mil otras películas que no ha incluido. Intento probarme y fracaso. Me imagino que voy a encerrarme un mes o un trimestre en la casa familiar del pueblo, donde me va a rodear la nevada, e intento meter en la maleta unas cuantas películas que echaré de menos si no las tengo a mano, y ahora mismo e improvisando me sale esto:
1- Cuentos de Tokyo, He nacido, pero…, Primavera tardía. (Ozu.)
2- Taxi Driver, Uno de los nuestros, La edad de la inocencia. (Scorsese.)
3- Pather Panchali, Aparajito, El mundo de Apu. (Satyajit Ray.)
4- La noche americana, La piel dura, Los 400 golpes. (Truffaut.)
5- El padrino, Apocalypse Now, Drácula. (Coppola.)
6- 2001, La naranja mecánica, Barry Lyndon. (Kubrik.)
7- Yojimbo, Los siete samuráis, Ran. (Kurosawa.)
8- Tiburón, El color púrpura, Salvar al soldado Ryan. (Spielberg.)
9- I vitelloni, Las noches de Cabiria, Amarcord. (Fellini.)
10- Cualquier metro de película dirigida por Buster Keaton.
Y sólo con esto ya me estoy dando a todos los diablos por las que no he incluido y recuerdo en cuanto pongo el punto. (11- The Last Picture Show, ¿Qué me pasa, doctor?, Noises Off. -Bogdanovich-.) (12-…)
8. TELEVISIÓN
8.1. Es perfectamente indefendible la mala fama que todavía tiene la televisión en algunos círculos. Me parece que es heredera de la que quisieron colgarle al principio de su existencia por un lado los del cine (y algo menos los del teatro), ante la sospecha de que les haría perder espectadores; por otro lado, los ideólogos reaccionarios, tanto en dictaduras como en democracias, por el tufo a descontrol que tenía eso de hacer directos sin pasar por censura y por aprobados muy estudiados, concedidos o no concedidos por los círculos (esos círculos de siempre) vigilantes de que todos cumplieran con su moral (la de los círculos) y las que (los círculos) consideraban buenas costumbres.
8.2. Todavía acabando la primera década del siglo XXI hemos oído en la universidad a algunos profesores presumiendo de no ver nunca nada de la televisión; o decir, coquetos: estoy tan cansado que sólo quiero ir a casa a ponerme una cena y embrutecerme un rato viendo la televisión. Ridículos. Muchos, luego, comentaban los goles de la selección de fútbol, que sólo podían haber visto en… televisión.
8.3. ¿Qué televisión? ¿La generalista con debates «populares» sobre famosos del corazón, la monográfica informativa, la temática de cierto género de películas o series, la de autoayuda, la especializada en documentales históricos, la especializada en documentales científicos, la cultural de artes y letras? Decir «la televisión» tiene tanto significado o tan poco significado como decir «la imprenta». A lo mejor hubo en las primeras décadas de los libros impresos algunos personajes más o menos snobs que presumían de no leer nada impreso sino solamente escrito a mano. No creo, es algo demasiado estúpido.
8.4. Los productos audiovisuales españoles de ficción para televisión han resultado ser, al contrario que los de cine, de mucho éxito de crítica y de público. Y los hay muy variados, de muy diferentes géneros y tonos y dirigidos a muy diversos públicos. Pero en conjunto se puede hablar de un buen éxito industrial y hasta artístico. No es fácil comprender por qué desde hace ya 18 o 20 años se ha dado esa diferencia de aceptación entre un medio y otro.
8.5. Por más vueltas que le damos al asunto no terminamos de concluir. Pero en algunas de esas vueltas sí que asoman la cabeza algunas sugerencias de explicación relacionadas, para explicar esa diferencia de apreciación o quizá de calidad entre los productos para la televisión y los productos para el cine, con la elección de los argumentos. ¿Qué series españolas triunfan en crítica y en público tanto en España como en muchas ocasiones en muchos otros países? A primera vista, parece que las que contienen acción, tensión objetiva (es decir, entre la película y los espectadores, no solamente entre los personajes, que a lo mejor no es percibida por muchos espectadores), una suspensión de la incredulidad muy leve y muy poco forzada (es decir, que busca y busca la verosimilitud tanto física como psicológica en las relaciones de los personajes con el entorno y con los otros personajes), y el mínimo o nada de esquematismo moral. ¿Qué ejemplos tenemos a mano de esto? Por ejemplo, las series La casa de papel o La unidad, La caza-Monteperdido, o La chica invisible, entre varias decenas.
8.6. Además, el mencionado esquematismo moral se diría que es ácido disolvente salvo para audiencias previamente ideologizadas. Algunas (pocas) películas españolas han triunfado hace pocos años más que la mayoría, y pueden ilustrarnos lo dicho, viniendo del cine y no de la televisión: El niño, por ejemplo, contiene esa acción, lleva a los espectadores a optar recreativamente, digamos, por uno de los dos bandos (los policías buenos o el pequeño traficante igualmente bueno) y no presenta giros de guión incomprensibles o comprensibles sólo para los cercanos a la ideología del director (y naturalmente que presenta giros, pero verosímiles todos). Y, quizá lo más importante, no dice al espectador lo que tiene que pensar a la salida del cine sobre su sociedad: lo que normalmente se llama sermones.
8.7. Aquí irrumpen los avergonzados y esgrimen sofismas como aquellos antiguos de «la falta de profundidad», «el mero escapismo» y similares: esos son los sermones. Primero: ¿Acaso El niño o La caza-Monteperdido no nos hablan de los problemas verdaderos de los seres humanos verdaderos? Otra cosa es que los avergonzados no hayan conocido seres humanos así, y nieguen, en consecuencia, que existan: y que hayan conocido sólo a silenciosos sentenciosos moralistas. Pero en eso estarían equivocados. Segundo: ¿por qué sería malo el escapismo? Y probablemente la discusión se acaba aquí, porque hemos llegado al muro del fondo de la ciénaga de moralismo puritano en que parece haber caído la sociedad democrática en nuestra época.
8.8. Si con las listas de películas de cine ya se crea uno insatisfacción insuperable, con las series de televisión llega a ser imposible. En general no nos gustan estas clasificaciones, claro, pero todavía menos en estos casos. Es imposible no recordar series como Breaking Bad o Los Soprano o, quizá por encima de todas, Roma, y entre las españolas El tiempo entre costuras, Gigantes o La casa de papel: pero crea el lector que la sublevación que está sintiendo en este momento, al leer esto, se multiplica por miles en el caso del que lo escribe, porque las ausencias gritan como un huracán. Que cada uno se lleve a su aislamiento invernal lo que tenga a mano casi sin mirar; si previamente ha seleccionado bien su videoteca, que se encomiende a los dioses vigentes ese día, y disfrutará con cualquier cosa que saque a ciegas. Esa es la clave: disfrutar.
8.9. Mucho más que sin internet y sin redes sociales e incluso sin teléfono y no digamos sin videojuegos, si se suprimiera la televisión de un día para el siguiente, sí que experimentaríamos un retroceso de 100 o 200 años en nuestras vidas. Hay que hacer un ejercicio de concentración especial para aislar y percibir con todo su peso la cantidad de información que recibimos sólo a través de la televisión. Una parte es información irrelevante, claro; pero otra es relevante, y mucho, y basamos en ella muchas de las decisiones que tomamos cotidianamente.
8.10. En efecto la televisión puede ser peor que el chocolate: lo era cuando estaba tomada por los prebostes (en algunos lugares simples prebostes de pasta, y en otros lugares prebostes ideológicos con americana cruzada muy ceñida o con sotana) que, atentos a la popularidad que iba ganando, abusaban de ella para diseminar sus manías, sus intereses, su provecho y sus paranoias. ¿No abusaron tantos de igual modo de la imprenta y siguen abusando? Y lo es hoy cuando cae en las garras de los modernos predicadores de opiniones confundidas con hechos, moralistas pueriles y sedientos de épica. Mientras no es así, sólo los más apochados poetas son incapaces de comprender, o de aceptar, sus magníficas posibilidades.
9. IMPRENTA
9.1. Los aficionados a los libros hasta el extremo de no concebir nuestras vidas sin ellos tendríamos que hacer un ejercicio de humildad histórica y escribir con letras muy grandes que los libros sólo existen desde hace 500 años, Y que la vida era muy posible y muy fructífera y muy placentera antes de que hubiera libros. Siempre ha habido libros, claro, pero hechos de otra manera, y no son esos a los que nos hemos hecho adictos.
9.2. Hay momentos en que uno se concentra en lo más desnudo del acto de escribir y, si se consigue el aislamiento adecuado, se siente lo inexplicable de ese acto inicial. Por qué escribió unas frases o el equivalente a unas frases el primero que escribió unas frases parece fácil de responder a primera vista. Pero imagínate la vida de todos los humanos sin escritura, o antes de que el primero escribiera algo. Y piensa a continuación cómo y por qué, en esa situación y en ese estado, alguien se pone a escribir. Imagínate ese primer paso del primero que lo diera. No el segundo ni el tercero. A lo mejor no es muy aventurado suponer que la humanidad no necesitaba la escritura. Y, sin embargo, se inventó. No el dibujo de un animal o de un hombre, o ese dibujo estilizado. Una frase.
9.3. No hay modo de entender cómo puede ser rentable una editorial.
9.4. Los mejores y más informados jóvenes, digamos, de milenials a Z, o sea como de entre 25 y 40 años en 2020, dicen y repiten que casi nadie de sus edades lee libros. Claro que también afirman con rotundidad que tampoco ven ni conocen lo más elemental de cine. Unos pocos sí leen y sí ven películas, pero parece definitivo que hay que eliminar la idea de que siguen siendo actos «masivos». De eso va a salir algo a medio plazo, aunque no está claro qué.
9.5. Hay incluso estudios neurológicos acerca de las diferencias de lectura de un texto sobre papel o en pantalla. Aunque casi todos se han ido a paseo con la aparición, ya hace más de una década, de las pantallas de millones de píxeles y con unas resoluciones que poco antes se consideraban imposibles. De hecho, hay muchas impresiones de textos con tinta sobre papel en las que la impresión de letras, mirada con detalle, presenta más «granos» que en la mayoría de las pantallas domésticas de hoy. Así que difícilmente puede ser esa la causa de que todavía tantas personas (es verdad que de cierta edad para arriba) afirmen que «no pueden leer en pantalla» con igual disfrute que en papel. Uno piensa inmediatamente en el placer táctil de agarrar un libro que pesa y que huele a pegamentos y tintas; pero es que lo dicen también del más simple impreso.
9.6. Con todas estas cosas, ¿cómo es que hay algunos autores, a menudo de magníficas escrituras, que venden de pronto 300.000 ejemplares de un título, y a veces el doble o el triple? Es como si en medio del Sahel de pronto hubieran sacado una colina con heno, huerto de frutales y un fresco río con truchas. O sea que hay gente que lee libros: mucha, mucha gente.
9.7. Es frecuente que a un humilde autor de un ensayo le pregunten como en interrogatorio policial de película negra: «Y este libro, ¿para quién lo escribes?» Cosa que, por cierto, no se le pregunta al que escribe ficción. «Pues para el que quiera leerlo», podría responder el autor; pero no suele tener tiempo, ocupado en coger algo de aire bajo la montaña de palabras ajenas con las que le están enterrando con losa y epitafio de estúpido. ¿Para quién has pintado este cuadro? ¿Para quién has compuesto este cuarteto? ¿Para quién has forjado esta escultura? En la actualidad se han detectado nuevos síndromes relacionados con la necesidad de popularidad: algunos se suicidan cuando bajan de cincuenta mil a treinta mil seguidores de sus bobaditas peinándose ante la cámara o vistiéndose o bailando o maquillándose en instagram o tweeter o similares. Pero muchos no necesitan ni han necesitado nunca eso. Ya valdrán alguna vez de algo los libros que uno escribe. No por falta de multitudes aplaudiendo uno puede dejar de aportar lo que pueda y debe aportar.
9.8. A lo mejor algún día aparece esa primerísima edición del Quijote que todavía no conocemos. Estará, quizá, en el desván del caserón familiar en Borja, o en Gormaz, o en Monzón de Campos, o en Tordesillas, o en Yeles, en ese arcón que nadie quiere y nadie ha abierto en doscientos años. Habría que ir preparando ya las fiestas que haríamos. Que se preparen los que creen que saben lo que es una fiesta.
9.9. ¿Qué hábito benéfico tuvieron las personas entre el 1.100 A.C. y el 500 A.C. por los pueblos mediterráneos que unió a todos en unos mismos comportamientos y disfrutes y les produjo la convicción de que nunca desaparecería de la vida de la humanidad, y sin embargo se perdió para siempre y en la actualidad nadie piensa en él ni lo echa en falta? A lo mejor con los libros va a pasar lo mismo. Los creemos para siempre, pero sólo han sido estos pocos años, de la imprenta para aquí, y dentro de quinientos o de mil años nadie los va a recordar o, como mucho, algún arqueólogo especialista podrá reconocer algún resto desmigado entre ruinas. Porque seríamos muy tontos si no reconociéramos que estamos rodeados de signos que nos gritan que se acerca el final del libro y de la imprenta. A lo mejor no llega ese final y sucede algo antes que lo evita. Pero a lo mejor sí llega.
9.10. El autor de ese libro tiene espacio y tiempo ilimitados para explicarse. El lector pone el tiempo y la velocidad que a él y sólo a él le convienen para leerlo y pensar y asimilar. Eso es un libro. Uno diría que eso siempre va a hacer falta. Pero si acaba desapareciendo, el problema es que nada lo va a sustituir. No desaparecerá porque esas funciones las vaya a realizar otra cosa, sino que esas acciones desaparecerán con el libro. Así que puede que eso impida su desaparición.