01 Dic Teoría del paleto 3
Teoría del paleto-3
Jacob de Chamber
¿Y cómo y por qué se jode El Paleto a sí mismo?
En primer lugar, se jode porque
A- El Paleto es perezoso;
B- Es, además, narcisista;
C- Por si fuera poco, es conservador hasta la asfixia;
D- Y encima, para rematar, miente más que habla.
Es, como vemos, lo que los cronistas antiguos llamaban un dechado de virtudes.
Puede que se nos note que El Paleto no es de nuestro gusto. No obstante, no por ello perdemos la objetividad al describirlo. Lo que sucede es que nos ha costado tanta vida llegar a permitirnos reconocer que en efecto había paletos, y que están entre nosotros, que forzosamente hemos ido descartando circunstancias y ofensas, cuidados y precauciones, y nos hemos quedado con el objeto en bruto, puro, tan malo como es, sin matices ni peros. Y a ese Paleto no se le puede perdonar.
El Paleto es perezoso, sí, porque tiene a mano todas las herramientas necesarias para dejar de ser paleto, pero no las usa. Hay ciertas blanduras en su vida que se deben precisamente a su ejercicio paleto, y él lo sabe, y sabe también que seguramente las perdería si dejara de ser paleto. Por ejemplo, su liderazgo pandillero.
Todo Paleto tiene una pandilla: a veces esta tiene forma de pandilla, a veces sólo son lectores del diario local donde el Paleto publica, y en ocasiones son elementos disgregados, sin mucho contacto entre ellos, pero que se acercan físicamente algo más a su alrededor en el bar donde el Paleto toma las cañas (y por tanto ellos también) al acabar sus sermones de cine-fórum anacrónico. Esas cañas a menudo se convierten en una prolongación sermonera, y todos en el bar acaban escuchando al líder Paleto como si fuera la Sibila: y eso es precisamente fundamental en la cualidad paleta del Paleto: tener un grupo de parroquianos que le escucha. Luego, estos parroquianos se pueden conocer entre sí más o menos, y emprender acciones conjuntas o no, o disgregarse hasta el próximo cine-fórum: eso es indiferente al Paleto, que se alimenta no de lo que otros hacen en horas libres, sino de lo que él hace con ellos cuando les sermonea.
Porque a lo mejor hemos dicho ya que el Paleto es narcisista, ¿no? Tan narcisista como ese que en las bodas, cuando el plasta de la cámara de vídeo mesa por mesa llega a la suya, se pone tan nervioso que siempre (fijaos: siempre) habla con el plasta durante la misma grabación del plano y le propone que saque muy de cerca a Manolito, que se ha pringado la corbata con la mayonesa. Eso no es más que nervios de presumido, que cree que debe hacer algo cuando le fotografían y no digamos si en vez de foto es vídeo, porque cómo va a ser él igual que los demás y posar simplemente puesto, preferiblemente sonriente (no pega que en la boda de un amigo salgas enfadado, claro), pasivo, sin originalada alguna que mostrar, él, que nunca nunca nunca, pero nunca, es igual a los demás. Y como eso de que no es igual no es verdad, pero no se le ocurre nada para que en el vídeo de la boda eso se muestre (no se va a sacar los ojos de las órbitas, ni se va a meter un tenedor por una oreja y sacárselo por la otra), decide que la diferencia es no quedarse callado y, además, espantar en lo posible los demonios de una mala actuación procurando, invitando, empujando a que el cámara se fije más bien en otro y por supuesto en un otro risible: la mancha de mayonesa, el nuevo piercing en la oreja (del que hará una broma probablemente racista), la barriga de embarazado que compite con la de la embarazada de la mesa, simpáticas alusiones de este estilo.
¿Desviar la atención hacia otros es narcisista? ¿No es precisamente lo contrario? No, no es lo contrario cuando el narcisista no está del todo seguro de triunfar: y esa es otra de las definiciones de Paleto. Nunca está seguro de triunfar en terreno ajeno (todo aquel en el que se le experimenta, precisamente, como paleto), sencillamente porque nunca triunfa. Más o menos lo nota, y por eso siempre va a más, o propone burlas hacia otro de los presentes, o, en el peor de los casos (y todos los paletos llegan alguna vez al peor de los casos) ataca.
Vamos a regodearnos en la espera, y vamos a dejar eso de que es conservador hasta la asfixia para más adelante, porque tiene su propio índice; y vamos a adelantar eso de que miente.
Porque acabamos de decir que ataca, ¿verdad? Resulta que la principal técnica de ataque de El Paleto es la mentira. Y por ahí se les coge muchas veces. Sólo que no importa demasiado que se les coja, porque a no ser que se den circunstancias muy especiales, y que se hayan suspendido los principios más elementales de la moral y las buenas costumbres (y un poco las leyes, por así decirlo), El Paleto ganará siempre en esta época nuestra de premio a la carencia y castigo de la valía.
Miente, sí: el Paleto prácticamente no abre la boca si no es para mentir. ¿Tenemos que recordar ahora, no tantas líneas después, que no estamos hablando del rústico genuino que no pretende otra cosa que ser lo que es, sino del que, rústico de origen o no (ya lo hemos insinuado antes, y es otro asunto en el que bucearemos probablemente sin poder separarlo del asunto de su conservadurismo), quiere mostrar a todos que es… qué? ¿Qué quiere mostrar que es? ¿Lo contrario de «rústico»? No. Porque ya vamos sabiendo que muchos paletos no tienen nada de campestre. ¿Lo contrario de, por ejemplo, gregario? ¡Tampoco! una de las mayores glorias de El Paleto es poder demostrar que pertenece a una grey, a un rebaño, siempre que se trate del rebaño de moda, el adecuado, el guay.
Digámoslo de una vez: el mayor terror de un Paleto, que prácticamente lo define como tal, es que alguien le pueda acusar, y él no se pueda defender, de estar solo.