Teoría del paleto 4

Teoría del paleto-4

Jacob de Chamber

 

Y eso hará que uno de los saludos que más use al encontrarse con alguien sea el de «Muy sólo te veo, Fulano». También es la causa de que siempre esté alardeando de haber ido, de estar volviendo o de ir a algún lugar con muchas gentes, con muchos amigos, o incluso con muchos indeseables, de lo que también es dado a presumir: puro coqueteo. «Vengo de la feria, donde estaba con esos gilipollas del almacén…» «Estuve ayer pescando con los idiotas esos de los parientes que se ha traído Mengano de su pueblo…»

Lo de la soledad y el Paleto es un asunto serio. Algo hay en su formación que le ha marcado a fuego contra la posibilidad de ser acusado de solitario. Un solitario es un tío, yo qué sé, forzosamente impopular, probablemente aburrido, probablemente inexperto en apareamientos… Todo es sospechable de un solitario, o de uno que a veces parece solitario. La compulsión por no parecerlo nunca es de los rasgos más llamativos del Paleto moderno. Si te lo encuentras sólo en una terraza tomando un café es porque se acaba de ir Perengano o porque está esperando a Zutano, con el que luego va a ir a cierto local donde va a acabar reunido con otros cien mil, todos conocidos por ser aplaudidores de él. No cabe la posibilidad de que te diga que está leyendo el periódico, o de que está disfrutando de la mañana tranquila y nada más. Todas sus comunicaciones hacen referencia a «compañías», a otras personas, a grupos a los que pertenecen o con los que se va a reunir.

– Y antes, cuando venía hacia aquí, he visto paseando por el paseo del río a Alfredo, y le he dicho, dice: «Alfredooo, adónde vas tan solooo». Porque iba solo el tío, ¿te lo puedes creer? Y yo me digo: ¿por qué estará este tan solo? Es que no es normal, paseando así, solo como te digo. Y yo es que ya lo veía venir: este se va a ir quedando solo.

La cosa podría quedarse en eso si no hubiera progresado en los últimos años hacia discursos más públicos. No en vano el porcentaje de políticos y usuarios de los medios de comunicación que corresponde con el modelo de El Paleto supera en ocasiones, aunque no sepamos explicarlo, el 100%: y esa fobia no a la soledad, sino a la apariencia de soledad se ha trasladado a todos los ámbitos de la vida colectiva o pública. Probablemente eso significa que la sociedad se ha Empaletizado (lo del afijo em- lo tomamos de otros verbos de reciente creación o importación, como se adivinará, importados o creados precisamente por avatares de El Paleto), pero ya examinaremos eso más adelante. Lo cierto es que hace unos años no, pero a partir de un momento sí, se empezó a usar casi como insulto eso de «Fulano se ha quedado solo en la defensa de su postura». Y cuidado, que aunque la frecuencia de su uso quizá ha descendido algo, en absoluto su uso ha desaparecido. Especialmente en política: «Tal grupo del Congreso de los Diputados se ha quedado solo en su defensa de su enmienda al proyecto de ley…», que se esgrime y se arroja como si sólo eso ya fuera completamente un dictamen de maldad, un diagnóstico de purulencia. Y el coro de los grillos corea: fíjate, se ha quedado solo, es verdad, qué pretenderán, pero cómo es que no lo ven, cualquiera en su situación corregiría, yo es que no les entiendo. Por algún extraño motivo a ninguno de los grillos se le ocurre recordar que Kant también estuvo solo en su defensa de sus ideas, o Hume, o Camus o Descartes o Cervantes.

Pero no hay modo de entrar en esa conversación: la apariencia de soledad es una circunstancia hacia la cual El Paleto ha desarrollado una fobia desde el principio, y hasta podríamos llegar a observar que puede que haya participado en el mismo origen de su Empaletamiento (ver paréntesis más arriba). Muy pronto, en una de esas bifurcaciones que la vida presenta a casi todos, vio que si hacía ese chiste algo brutal y tosco, con maneras brutales y toscas, reuniría a su alrededor un aplauso y comenzaría muy probablemente una carrera de líder chistero, como mínimo (ya se encargaría él, según lo fuera viendo, de ampliar el chisterismo a otras áreas); pero que en ese mismo momento y ese mismo lugar, si no daba ese paso adelante, perdería ese tren y casi seguro que empezaría ser considerado un raro, un solitario, qué serio es, si es que ya te digo que es un tío raro, se limita a estar callado, ahí, como a lo suyo, pero decir, decir, lo que se dice decir, no dice más que la hora. Es casi como el momento de salir a un escenario de monólogos improvisados, y salir improvisadamente, sin haberlo pensado nunca. O como coger el micrófono en esa boda que acaba de sufrir un accidente quizá con la tarta caída por todas partes, y quedan tres segundos mientras terminan de limpiar el suelo para que la reunión fracase y la depresión cunda, y sin haberlo pensado en ningún momento anterior de tu vida, tienes todos los decibelios de la megafonía a tu disposición y sueltas la frase adecuada, de momento no demasiado chistosa pero sí bienhumorada, y despistas a todos de su sensación cataclísmica, y sobre todo a los novios, y a continuación sí que recuerdas y sueltas un chistecito más gracioso, y luego un párrafo intrigante, y de pronto le pides a la orquestina que toque algo suavecito mientras hablas, y te has convertido en el salvador de un día que durante unos segundos estuvo a punto de ser recordado para siempre como espantoso, y en lugar de eso será recordado como con un tropiezo, sí, pero al final gracioso y festivo. Todo eso lo ha contemplado El Paleto, y con ese sentido grueso que tiene ha percibido las ondas de agradecimiento que han volado hacia ti y las desea para él y se hace el juramento de ser algún día objeto de agradecimiento o de admiración o de aplauso similar, y ahí tenemos uno de esos momentos de los que se puede decir que Ha Nacido Una Estrella: El Paleto

Lo peor que nos puede pasar a los demás es que a un Paleto se le rían las gracias. Pero se le ríen.