15 Oct Teoría del progre (11)
Teoría del progre-11 y última
Jacob de Chamber
Hummm… Nos queda poco para acabar… Y ahora salimos con eso de «convertir en progre lo que no era»; liándola al final, ¿no? Estaréis contentos. Pues sí: ¿qué es progre?, ¿qué es no progre?, ¿cómo hacer que algo pase de no progre a progre?
ESAS son las preguntas fundamentales del Mundo Progre y, en consecuencia, todo lo que explica la existencia de estas crónicas de sociedad progre.
Porque lo primero y principal es comprender, resumiendo, que:
1- no hay nada que sea progre por naturaleza;
2- no hay nadie que sea progre por naturaleza;
3- ser progre no es más que una modalidad extendida de autoafirmación;
4- que como no se puede vender así, se camufla bajo el manto de causas colectivas.
Y a partir de ahí todo lo demás: por eso hay arrogancia y burla en el progre hacia lo que no lo es (tendremos que repetir la pregunta al aire: ¿no lo es según quién?); por eso la necesidad del progre de suponer siempre del interlocutor más o menos desconocido que es rival y enemigo: porque sin enemigo no hay posibilidad de que denuncies que te atacan, que es el primer escalón de la operación de reunir colectivos a tu alrededor, por supuesto.
La necesidad de enemigo: ¿lo hemos mencionado ya alguna vez? No hay progre sin enemigo. Y de ahí la continua delación o detección de motivos de alerta incluso cuando ningún mamífero con dos ojos y dos orejas normales los ve ni los vería. Además, suponer que no hay enemigos en un momento dado es sospechoso, como mínimo, de que estás dejando de ser tan progre como eras; es más, ¿no te estarás pasando tú a…? No, en absoluto, por Odín, mira, precisamente quería denunciar hoy que hay unos vecinos en mi patio que no cambian el canal cuando sacan a la Pantoja…
Pero la cosa se complica, por supuesto, cuando empiezan a aparecer presentadores de televisión pantojeros que afirman por otro lado estar muy del lado digamos progre en las discusiones generales; ¡e incluso se fotografían con líderes progres! ¿Qué pasa aquí? ¿No habíamos quedado en que eso del pantojismo era casi lo mismo que fascismo, que franquismo, que nazismo?
Para cualquier que tenga un poco de edad todo esto le sonará (o disimulará, porque puede que se vea retratado): desde aquel Mundo Progre todavía en formación hasta el de hoy han pasado y se han erigido y han caído miles de torres, y de despreciar el flamenquito a divinizarlo, ambas actitudes con la misma retórica progre, no pasó más de un mes (lo que tardó Saura en montar Deprisa, deprisa); o de vomitar al oír la palabra fútbol a mostrar entusiasmo incluso tifossiano por un equipo no pasó más de un año, y ambas actitudes defendidas con la misma retórica (el año que se tardó en reconocer que ese M.R. famosísimo que aparecía escorzado en fotos de la tribuna del Bernabéu era el cantante M.R. famosísimamente progre con millones de seguidores progres, los cuales se pasaron, bum, de golpe al futbolerismo -no, no se pasaron, porque ya eran futboleros pero lo ocultaban-). Y podríamos seguir con la relación: comprarse un coche pasó de ser algo propio de oligarcas corruptos y opresores a ser algo adecuado y oportuno para un trabajador de la cultura que a nadie había explotado para ahorrar la pasta, y además, dónde está escrito que tenga que ser un coche mierda, si me lo compro me lo compro bueno y de calidad como cualquiera se lo compraría, a ver si eso de un coche bueno va a seguir siendo un privilegio de los privilegiados. Y con lo comprare un piso no te digo. Y con lo de comprarse ropa buena no habría nada que comentar porque es visible como el sol. Y con lo de elegir vacaciones de mejor calidad. Y con lo de elegir colegio para los niños, porque todos muy partidarios de la pública pero en confianza te diré que está hecha una mierda. Y… Y… Y…
Y no tiene fin.
Pero sí una consecuencia:
Cumple con todos los preceptos y fiestas de guardar progres. Oye música de quien se debe oír. Habla a favor de quien hay que hablar a favor, y en contra de quien hay que hablar en contra. ¡Es perfecto! ¡Lo tiene todo! ¿Todo? Desde luego: incluso un piso en propiedad en el buen Chamberí (o en Gracia, o en Amara) pagado con una buena herencia (en su caso no fue un privilegio de capitalistas) de sus padres. Un pedazo de Audi, eso sí, porque estaba de oferta en el concesionario, porque lo que es él pasaba por el escaparate distraído nada más. Ropa, calzado, electrodomésticos, accesorios domésticos, complementos elegidos por su calidad, porque (siempre lo mismo) a ver si es que la calidad se la vamos a tener que dejar a los de siempre (a esas alturas ya no se sabe quiénes son esos «los de siempre», o quizá sí se sabe, pero no se puede decir, porque han incluido a muchos muchos nuevos)… Así que, paso a paso, cosita a cosita, resulta que lo que tenemos ante la vista es… un pijo.
Pero, un momento, ¿no estábamos mirando a un progre?
¡A ver si lo que hemos descubierto es que no hay más progres que los que además son pijos!