15 Jun El profesor y los camaradas – 3
Obra dramática en un acto
de Rafael Rodríguez Tapia
NOTA: La difusión de esta obra en esta página web NO autoriza a su representación.
(Continuación)
ORTEGA.- Primero tendré que explicar un poco despacito el origen y el significado de la palabra. Mejor ir paso a paso, como acompañando a los alumnos, para hacer el descubrimiento final juntos. Es el modo en que las cosas se fijan mejor.
SOLEDAD.- Bueno, ¿y eso en clase qué quiere decir?
ORTEGA.- Pues quiere decir que la mayoría de mis alumnos, o probablemente todos, para llegar hasta la facultad de filosofía no se han dedicado precisamente al azadón ni al ladrillo.
SOLEDAD.- ¿Y qué?
ORTEGA.- Que tampoco, por el otro extremo, vienen condesitos ni marquesitos.
SOLEDAD.- Me imagino. No se me ocurriría otra cosa. Clase media, hijos de empleados más o menos ahogados a fin de mes según los casos… La que llaman nueva sociedad.
ORTEGA.- Esos mismos. Los que tienen amigos a un lado y a otro.
SOLEDAD.- ¿Amigos?
ORTEGA.- Es una ironía, Soledad; seguramente los calmantes no me dejan expresarme bien.
SOLEDAD.- Ah, ya decía yo. Son precisamente aquellos a los que unos tildarán de chusma de empleados y los otros de señoritos de m…
ORTEGA.- Sí, y todos de…
SOLEDAD.- No sé…
ORTEGA.- ¿No caes? Algo de la inteligencia…
SOLEDAD.- Intelectuales…
ORTEGA.- Sí, pero algo más; sigue…
SOLEDAD.- Intelectuales de…
ORTEGA.- Mierda. Eso es: intelectuales de mierda. ¡La gran amenaza de la civilización en el momento actual! ¡Nosotros! ¡Los intelectuales de mierda! ¿Y sabes qué? Lo somos tanto para el albañil como para el arzobispo; lo somos para el viejo y para el joven, para el de un lado y para el del otro lado… ¡a no ser, claro, que estemos de acuerdo con ellos! ¡Intelectuales de mierda! ¡Dile tú a un coronel que uno es profesor de metafísica! ¡O dile a un concejal que eres especialista en Kant! Es como si les insultaras.
SOLEDAD.- Soy consciente. Pero a lo mejor hoy deberías ir con más calma…
ORTEGA.- Si, calma, hija, calma. Pues mis alumnos, con sus veinte años, ya han tenido que soportar miles de insultos y de desprecios que ninguno de ellos se atreverían a hacer a nadie, pero que todos…, y vaya usted a saber por qué…, suponen que hacen. Lo diré de otro modo: mis alumnos ya saben muy bien quiénes son esos misólogos, pero les falta la palabra.
SOLEDAD.- Lo que no termino yo de entender es adónde nos lleva esto.
(Continúa)