15 Sep El profesor y los camaradas – 5
Obra dramática en un acto
de Rafael Rodríguez Tapia
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(Continuación)
SOLEDAD.- Oigan, pero ¿quiénes son ustedes?
JUAN.- Callarse, camarada, que no estamos para remilgos.
EULOGIO.- Venga ya, dice que quiénes somos. ¡Viva la república!
PETRA.- Sin monerías, ¿eh? Que aquí estamos todos a lo mismo.
SOLEDAD se acerca a PETRA, que rebusca por las estanterías y las mesas del salón.
SOLEDAD.- ¿Qué formas son estas de entrar? ¿Saben que esta es la Residencia de Estudiantes y aquí hay protección legal? ¡Fuera de aquí ahora mismo o llamo a la policía!
EULOGIO se acerca a SOLEDAD amenazador.
EULOGIO.- ¡Nosotros somos la policía, la guardia de asalto, y los alabarderos todos juntos!
SOLEDAD.- ¡Que se vayan de la Residencia!
PETRA.- ¡Niñata! ¡Que nos vayamos! ¿Es que no te has enterado de que ahora todo es de todos?
EULOGIO.- ¿A que me cago en tu padre, en tu madre y en todos los demás?
SOLEDAD.- ¡Largo de aquí! ¡Cojan lo que les dé la gana! Ese cuadro es valioso. Y mi reloj. Y el de la pared. Lo que quieran. ¡Pero váyanse! ¡Facinerosos!
EULOGIO.- Y tú puta. Qué digo puta: putón. Putón burgués.
PETRA.- ¿Qué se habrá creído la tía?
EULOGIO.- Mil años de explotación nos dan licencia para coger lo que nos dé la gana. ¿Estamos o no?
SOLEDAD.- Eso es lo que digo. Háganlo de una vez y váyanse.
JUAN.- Mucho me temo que eso no va a ser tan fácil, camarada.
SOLEDAD.- Pues, ¿qué? ¿Qué más quieren?
JUAN.- Hemos venido a hablar con su padre.
SOLEDAD.- Pero ¿ustedes saben quién es mi padre?
JUAN.- Naturalmente.
PETRA.- Uno de la construcción no es, si está en este hotel finolis.
EULOGIO.- Es uno que decía y decía y decía. ¿Ah, sí? ¿Tanto hablar y tanto hablar? Pues vamos a ver si es verdad que cuando llegan las duras estamos en el mismo sitio.
SOLEDAD.- Cómo se atreve. Mi padre ya se estaba jugando el tipo cuando usted aún no sabía ni qué era conciencia de clase.
EULOGIO da un bofetón a SOLEDAD.
EULOGIO.- ¡Que a mí no se me habla así! ¡Y menos una señoritinga del pan pringao!
SOLEDAD ha caído sobre un sofá, sofocando un grito. Parece que EULOGIO va a continuar abofeteándola, pero JUAN se interpone. Ahora es ORTEGA quien intenta caminar hasta donde SOLEDAD ha caído, pero el dolor no se lo permite.
JUAN.- Basta, camarada. No hemos venido aquí a hacernos enemigos, sino a recabar apoyos más amplios y de calidad.
Pero SOLEDAD se repone súbitamente y se incorpora, abalanzándose sobre EULOGIO.
SOLEDAD.- ¡Como me vuelva a poner un dedo encima, le juro que…!
PETRA intenta frenarla mientras JUAN intenta contener a EULOGIO. Los cuatro forcejean y ORTEGA consigue llegar hasta un teléfono, que descuelga y por el que inmediatamente se pone a hablar.
ORTEGA (al teléfono).- ¿Operadora? Póngame con la pResidencia de gobierno. Diga que es de parte del catedrático don José Ortega y Gasset. ¿Sí? ¿PResidencia? Soy don José Ortega y Gasset. Póngame con el secretario del presidente. Sí, espero.
ORTEGA ha hablado con evidente exageración, intentando llamar la atención de los demás, y lo ha conseguido. Han abandonado su forcejeo.
EULOGIO.- Andá, el viejo.
(Continúa)