El profesor y los camaradas – 6

Obra dramática en un acto

de Rafael Rodríguez Tapia

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(Continuación)

EULOGIO está desconcertado; PETRA se acerca a examinar a ORTEGA. EULOGIO parece súbitamente culpable. JUAN se hace a un lado y se ajusta la ropa, protocolario. SOLEDAD se zafa del grupo y se acerca a su padre.

SOLEDAD.- Papá, vuélvete a la cama. No estás en condiciones…

ORTEGA (aún esperando al teléfono)- ¿De qué? ¿De decir a estos señores que al primero que te toque le va a meter un paquete el mismísimo presidente del consejo de ministros a pesar de sus mosquetones y sus palabrotas? Ya lo estoy diciendo.

EULOGIO.- ¿Camarada José Ortega y Gasset?

ORTEGA.- Eso depende. De los agresores cobardes de una mujer de veintiún años no soy ni camarada ni nada.

EULOGIO.- Se creerá mucho el cabrón.

ORTEGA.- Y si esa mujer es mi hija, podemos dejarlo en enemigo.

JUAN.- Don José, discúlpenos. Hemos empezado con mal pie.

PETRA.- La niña ha sido la que ha empezado mal.

JUAN.- Yo creo que podemos hacer como que no ha pasado nada.

ORTEGA.- Eso, ya veremos. (Al teléfono) Operadora, ¿oiga? Déjelo, volveré a llamar. (Cuelga el teléfono). (A los demás) ¿Quiénes son ustedes y qué hacen en la Residencia de Estudiantes?

EULOGIO.- Somos defensores de la república.

PETRA.- Somos milicianos.

EULOGIO.- Si eres el Ortega ese, traemos un encargo para ti.

JUAN.- Propongo que nos calmemos todos, que nos sentemos, y que volvamos a empezar.

ORTEGA.- Si alguien tiene que decir en mi casa que nos sentemos, ese soy yo. Y todavía no lo he dicho.

PETRA se ha sentado ante la mesa que antes ocupaba SOLEDAD. Hojea libros y cuadernos.

PETRA.- Huy, esto no es español. Vaya mierda de libro.

SOLEDAD se acerca con intención de arrebatárselo, pero PETRA lo arroja al suelo, lejos, retadora. Mientras tanto, EULOGIO se ha acercado a ORTEGA.

EULOGIO (a PETRA, sin quitar el ojo a ORTEGA).- Es que en este lugar hay mucha instrucción y mucho conocimiento, ¿verdad? Aquí ha habido siempre posibles, no hay más que verlo.

SOLEDAD.- ¿Y es que acaso eso nos hace culpables de algo?

ORTEGA.- Soledad…

SOLEDAD.- ¿De qué tiene que pedir perdón mi padre, precisamente, cuando gracias a él…?

ORTEGA.- ¡Soledad! ¡Ten un poco de sentido, por favor! ¡Ay!

ORTEGA sufre un violento ataque de dolor; se dobla y casi cae sobre el sofá. SOLEDAD le acomoda.

SOLEDAD.- En unos minutos te va a hacer efecto, ya verás…

EULOGIO.- El señor bebe, y se ve que el vino no le prueba.

PETRA.- Purgaciones, te lo digo yo, que he visto a unos cuantos.

EULOGIO.- Bueno. Eso es como… el permiso para sentarse. Digo yo.

 

ESCENA 3

ORTEGA, SOLEDAD, PETRA, EULOGIO, JUAN

Se sienta EULOGIO en el mismo sofá que ORTEGA, celebrando su mullido y la decoración de la habitación. PETRA vuelve a pasear, curioseando por las estanterías y las vitrinas. SOLEDAD le prepara un vaso de agua a su padre, y se lo acerca. JUAN también permanece de pie, y se ha situado en posición principal.

JUAN.- Bueno, Ortega. Ahora que nos vamos calmando…

SOLEDAD.- ¿Pero no ve usted en qué estado está?

PETRA.- No, si no tiene para tanto. Si le dejaras hablar…

JUAN.- Los comités de milicias populares han acordado recabar, sobre el análisis de las fuerzas entre las que se ha polarizado la dialéctica presente, su adhesión a un texto o manifiesto que a continuación recibirá la adhesión de otros señalados camaradas, para su inmediata difusión como catalizador de las masas populares progresistas…

(Continúa)