15 May Alain Finkielkraut: La derrota del pensamiento
Alain Finkielkraut: La derrota del pensamiento. Tercera parte; El derecho a la servidumbre. Ed. Angrama, 1987. Traducción de Joaquín Jordá. Págs. 108-109
Otra característica de los Tiempos modernos europeos: la prioridad del individuo sobre la sociedad de la que es miembro. Las colectividades humanas ya no se conciben como totalidades que atribuyen a los seres una identidad inmutable, sino como asociaciones de personas independientes. Este gran vuelco no anula las jerarquías sociales, pero modifica en profundidad la forma de mirar la desigualdad que vemos. La sociedad individualista sigue estando compuesta de ricos y de pobres, de amos y de criados, pero -y esta mutación es en sí misma revolucionaria- ya no existe diferencia de naturaleza entre ellos: «Bien que uno mande, pero que quede claro que también podría ser el otro, que se entienda y se dé a entender que, de ningún modo, se ejerce la autoridad en nombre de una superioridad intrínseca y esencial».
Definidos hasta entonces por su lugar en el orden social, los individuos, de repente, se salen de las filas. Todos se convierten en unos descastados, y conquistan, afirma soberbiamente Ernst Bloch, «el derecho a quitarse la librea». (…)
Como hemos visto, la noción de Volkgeist se forjó con la intención explícita de terminar con este escándalo y vestir de nuevo a los individuos: persas, franceses, españoles o alemanes, todos tenemos una librea nacional, y todos estamos obligados, en el interior de nuestra nación, a realizar escrupulosamente la tarea que nos ha impuesto la historia. Mediante la sustitución del derecho divino por el derecho histórico, la totalidad se toma así la revancha: el descastado es reintegrado, y cada cual viste de nuevo su uniforme.
(…)
En nuestros días este enfrentamiento se ha embarullado: los partidarios de la sociedad pluricultural reivindican para todos los hombres el derecho a la librea. En su loable deseo de devolver a cada cual su identidad perdida, hacen chocar de frente dos escuelas de pensamiento antagonista: la del derecho natural y la del derecho histórico, y -proeza singular- presentan como la última libertad individual la primacía absoluta de la colectividad: «Ayudar a los inmigrados es en primer lugar respetarles tal cual son, tal como quieren ser en su identidad nacional, su especificidad cultural, sus raíces espirituales y religiosas».