01 Abr El clásico 11
ECLESIASTÉS, 9, 1-10
Y ni de amor ni de odio saben los hombres nada; todo les resulta absurdo. Como el que haya un destino común para todos, para el justo y para el malvado, el puro y el manchado, el que hace sacrificios y el que no los hace, así el bueno como el pecador, el que jura como el que se recata de jurar.
Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común para todos, y así el corazón de los humanos está lleno de maldad y hay locura en sus corazones mientras viven, y su final ¡con los muertos!
Pues mientras uno sigue unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león muerto. Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y ya no reciben salario, pues se perdió su memoria. Tanto su amor, como su odio, como sus celos, ha tiempo que perecieron, y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol.
Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En todo tiempo sean tus ropas blancas y no falte perfume sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, toda la vida de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol.
Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirán obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el abismo a donde te encaminas.