15 Ene El clásico 26
Giovanni Sartori: Teoría de la democracia. Alianza universidad, 1988. Trad. de Santiago Sánchez González. Tomo I, págs. 136-137.
En un sistema totalitario de formación de la opinión todo lo que acabamos de mencionar desaparece. Su característica principal es el establecimiento de una cascada netamente jerárquica en la que cada depósito o remanso posee sólo un efecto de refuerzo, de amplificación. Sólo existe una voz, la sola voz del régimen; y fluye hacia abajo imperturbada, sin interrupciones, porque los depósitos están en calma, transformados en cajas de resonancia. En los regímenes totalitarios, esto se hace de dos maneras: mediante una bóveda de terror a lo largo de toda la línea jerárquica y a través de una movilización en el nivel de base. La cadena de terror funciona con suavidad -con tal de que las sanciones sean, como lo son, bastantes severas- según el principio de que cada uno transmita las instrucciones al siguiente en la línea (y esto aun en el supuesto de que cada uno de los eslabones odie hacerlo). Al mismo tiempo, la movilización de las masas por los activistas del partido sirve al doble propósito de destrucción de los núcleos de borboteo y de los creadores espontáneos de opinión. El sistema se caracteriza además porque va más allá de los procesos de formación de la opinión, pues acompaña a sus miembros desde la cuna a la tumba en todos los lugares donde tiene lugar la socialización. En particular y sobre todo el proceso educador se convierte en un proceso de adoctrinamiento: tan sólo existe una doctrina y las demás están proscritas. En todas las áreas que no son estrictamente técnicas, la fe oficial, exclusiva del Estado, una suerte de propaganda fidei, desplaza o sustituye a la educación. Durante toda la vida, el bombardeo es incesante y no encuentra resistencia, ya que la artillería se encuentra concentrada en un solo bando y está mandada por el mismo general.
(…)
Como bien sabía Lenin, el secreto de los sistemas de control estriba en cortar las líneas de comunicación horizontales: para empezar, en el partido; pero también en la sociedad en general. Por todas partes, en un sistema de control totalitario, todos los canales de comunicación tienden a ser verticales.