El clásico 8

Albert Camus, Cartas a un amigo alemán, Éditions Gallimard, 1945. Edición castellana de Alianza editorial, Madrid, 1996. edición de J.M. Guelbenzu.

 

Cuando dicen ustedes Europa, piensan: «Tierra de soldados, granero de trigo, industrias domesticadas, inteligencia dirigida.» ¿Voy demasiado lejos? Pero sí sé que cuando dicen Europa, aun en sus mejores momentos, cuando se dejan llevar por sus propias mentiras, no pueden por menos de pensar en una cohorte de dóciles naciones dirigidas por una Alemania de señores, hacia un futuro fabuloso y ensangrentado, Me gustaría que captase usted bien esa diferencia. Europa es para ustedes ese espacio rodeado de mares y montañas, perforado de minas, cubierto de mieses, donde Alemania juega una partida en la que lo que está en juego es su destino. En cambio, para nosotros es esa tierra del espíritu en la que desde hace veinte siglos prosigue la más asombrosa aventura del espíritu humano. Es ese privilegiado palenque donde la lucha dle hombre de Occidente contra el mundo, contra los dioses, contra sí mismo, alcanza hoy su momento más desquiciado. Ya ve usted que no existe un rasero común.

(…) Comoquiera que sea, la tradición cristiana no es más que una de las que forjaron esa Europa y no soy yo el llamado a defenderla ante usted. Ello requeriría el gusto y la inclinación de un corazón entregado a Dios, y le consta que no es mi caso, pero cuando me aventuro a pensar que mi país habla en nombre de Europa y que defendiendo a uno defendemos a ambos, yo también tengo entonces mi tradición. Es al mismo tiempo la de un puñado de grandes individups y la de un pueblo inagotable.