El cateto politólogo

El cateto politólogo

Ramón Nogués

 

El 17 de septiembre (y probablemente también algunos días antes) se publicaba en gran parte de la prensa española la aparición de un nuevo filósofo como si se tratara de la eclosión de un nuevo volcán, la quiebra de una falla y la aparición de un nuevo valle, el desprendimiento de un glaciar: en un instituto de secundaria y bachillerato de Ibiza el director prohibía a un profesor que hablara en castellano.

Al parecer, la prohibición no se limitaba ni se limitó a las clases. Cuentan, y coinciden unos y otros, que durante una temporada el susodicho director y algún agente suyo estuvieron vigilando al profesor de autos también en sus conversaciones en la sala de profesores, o en el patio, o en circunstancias no exactamente docentes: y tampoco, que no, que ahí castellano tampoco.

Y así surgen los grandes héroes de la civilización, los reformadores, los que enseñan a cultivar el campo, a trabajar el hierro: el acosado protesta y reivindica su derecho constitucional a hablar en castellano, y lo que obtiene es una respuesta: el catalán está por encima de tus derechos individuales. Hasta se lo pone por escrito.

¿Es este tipo un filósofo (chungo, pero filósofo) sin saberlo, o no? Cuántos campos de la filosofía, desde la política hasta la antropología, se está cargando (o, para algunos, está reformando) con esa respuesta?

Loor y gloria al cateto.