La espía china

La espía china

Ramón Nogués

 

En la serie de la televisión australiana Secret City, traducida en efecto como La ciudad secreta (se puede ver en Netflix), se acaba descubriendo que la mujer del embajador chino en Canberra es en realidad una agente encubierta de la inteligencia china, y que lleva años dedicándose a lo que se dedican esos personajes, por lo menos en las series: a ligar con el ministro de defensa y sacarle comentarios casi secretos, a pillar virutas de información por aquí y por allá, a poner zancadillas a los antichinos, esas cosillas. Al final de la serie, descubierta en privado por algunos australianos, ella se las tiene muy tiesas y orgullosas, como debe ser. Uno le pregunta: habéis boicoteado tal conferencia internacional, habéis derribado con misiles vuestros y sin ocultaros tal avión de otro país… ¿Por qué lo hacéis a la luz del día, cómo es que no os ocultáis? Y la espía china responde:

 

 «Llevamos más de dos mil años siendo el mismo estado. Han venido unas y otras dinastías, han caído unos regímenes y han subido otros, pero seguimos siendo el mismo estado. Hemos vivido de todo. Lo que queremos es el poder. Tenerlo, protegerlo y aumentarlo todo lo posible. El poder y nada más. ¿Tú crees que nos importa caer bien o que nos quieran?»

 

Imposible resumir mejor el objeto de la Filosofía Política.