Previsión y desengaño (positivo)

Previsión y desengaño (positivo)

Ramón Nogués

 

Nuestros compañeros de aquí al lado mencionaban hace poco al ex-político británico Michael Portillo a propósito de los documentales de viajes, que son un producto cultural, o si se quiere industrial, en absoluto baladí como algunos exquisitos pretenden. Son una modalidad de los antiguos y también actuales libros de viajes, con otros recursos. De Michael Portillo destacaban su cortesía y su tono positivo.

Puede que coincida más de lo conveniente con ese comentario. En todo caso, le he pillado una intervención conmovedora, que es lo que quiero traer aquí, y que sé muy bien, y probablemente sabemos todos, que no muchos documentalistas son capaces de hacer ni, previamente, de concebir.

En sus dos documentales sobre el recorrido en el Tren de la Unificación de Vietnam, con paradas en diferentes ciudades, se relaciona con los vietnamitas, y nos muestra sus actividades, sus industrias y sus ocios, y su modo de vivir, y su talante. Y es ciertamente admirable la actitud y la disposición que se encuentra y nos muestra, y la facilidad que todos dan a la conversación que él propone, en algunas ocasiones más preparada y producida, pero en otras visiblemente más espontánea e improvisada. Es inevitable, y además evitarlo sería miserable, la mención a la ocupación francesa de un siglo y a la norteamericana de veinte años, con sus guerras, muertes, masacres y devastación adjuntas. Y Michael Portillo lo busca, y se entrevista con historiadores, y también con abuelas que fabrican sombreros en su casa, y con una joven pareja en un parque de atracciones, y todos recogen la propuesta de conversación y la incrementan, y así consigue el documentalista los que me parecen dos de los mejores capítulos de su extensísima serie de viajes. Y concluye el segundo y último capítulo con una habitual síntesis de lo vivido, hablando a cámara desde su asiento del tren, con su Guía Bradshaw en la mano:

«Hemos recorrido un país de gentes acogedoras, afables y sonrientes, que no nos han reprochado el mal que occidente ha hecho caer sobre ellos desde hace siglo y medio. En todas partes nos han recibido con abrazos y sonrisas y han contestado a nuestras preguntas, a pesar de que todos tienen en su recuerdo y en su familia las lesiones de esas guerras, y por eso su amabilidad y su acogida nos ha dejado sorprendidos.

Las potencias imperialistas de Francia y Estados Unidos menospreciaron en su día la capacidad de resistencia de este pueblo, que al final salió victorioso e independiente.

Se ve que nosotros, en la actualidad, habíamos menospreciado su capacidad de perdón.»

Bien por Portillo, observador y reflexivo.