Nogal de las Huertas 2022. Grafitis.

Micaela Esgueva

Fachada sur del monasterio, con acceso a la iglesia. A la derecha, el huerto. A la izquierda, el río.

Hoy es el futuro de lo que se construyó hace mil años y ha llegado visible hasta nosotros. No hace mucho esta web contaba cosas de esa joya despreciada que es el monasterio de Nogal de las Huertas, a pocos kilómetros de Carrión de los Condes, en Palencia. Por diversos y muy oscuros motivos, se trata de un monumento y un lugar al que prestamos atención desde hace décadas (y no os digo cuántas para que no creáis que exagero), y que vamos a seguir vigilando.

Algo han mejorado, quizá, las cosas. Por lo menos, se ha limpiado el entorno y se ha puesto alguna tirita más. Pero poco más.

Hace escasamente un mes lo volvíamos a visitar, y sacábamos los siguientes planitos, que hemos editado:

A lo mejor en el pequeño vídeo ya se dice todo, no sé. Bien está lo que está bien; pero hay muchas cosas que están mal. La idea esa de que vivir en el futuro lo que nos viene de atrás es algo así como «integrarlo» a nuestras actividades de hoy a lo mejor se puede hablar, pero en todo caso no se puede ni se debe dislocar. ¿Qué aportan, en qué ayudan, de qué informan esos grafitis arrojados a un murete de cerramiento chapuza del edificio románico más antiguo de la península? ¡Si hasta ha comenzado, por fin, el movimiento de limpiar las ciudades de grafitis no solicitados en persianas de farmacias, en muros ciegos, en vallas y en cualquier lugar a la vista del público!

Parece que algunos piensan (y los politiquines asienten, claro, temerosos, a continuación) que a todos nos gusta la estética tirando a manga o sucedáneos del manga, o que si no nos gusta ellos tienen el derecho de imponérnosla. Digo lo del manga no porque me dé por ahí, sino porque conozco el asunto, y no comprendo por qué a casi todos los grafiteros, al final, les da por derivar a esos letrerones tensos, en curvas y perspectivas como de volumen, tan propios del comic japonés clásico: que lo mismo les podría haber dado por caer en runas o en kanjis o en demótico, pero que es que les ha dado por ahí. Y eso no forzosamente nos tiene que gustar. ¿No ha habido ya suficiente debate acerca de si hay que obligar a todos los ciudadanos a aguantar en sus calles que se decoren estas con motivos velazqueños, o goyescos, o picassianos?

¿Acaso hubiéramos permitido que la fachada de levante entera de la Giralda sevillana fuera pintada de arriba abajo con una distorsión, eso sí, artística, de Las señoritas de Aviñón?