Fusión, dinero, Aprende A Decir Sí

Paca Maroto

 

El Joint European Torus, del que hemos hablado unas cuantas veces, dio por fin un salto adelante de nada menos que el doble de sus prestaciones anteriores, cuando el pasado febrero consiguió la generación de 59 megajulios durante 5 segundos. Los que saben leerlo, reconocen que ese suceso es prácticamente haber llegado a la meta; y, como dicen los antiguos fondistas, «sólo queda dar los últimos cien pasos hasta cruzar la línea».

La noticia es de una magnitud que, si hubiera justicia en el mundo de los medios, todos habrían parado sus rotativas, o interrumpido su programación, para dedicarse sólo a ello durante unos días. «Por las cercanías de Oxford, un experimento conjunto de múltiples participantes europeos…». Además, eso: como a menudo me veo obligada a insistir, ni tuyo, ni mío, ni de los vacceos ni de los turdetanos. Lo mismo que el deuterio o el tritio con el que se ha hecho la experiencia, sus resultados no tienen nacionalidad (y, ya puestos, ni raza ni género ni tribu ni país): son muchos los países que, igual que en el ITER (que es el siguiente que va dar buenas y puede que estruendosas noticias), este JET, instalado en Oxford, no debe confundirse con una historieta «inglesa» y menos todavía «brexitera». Una cosa es que hayamos visto a los británicos hacer más de una idiotez últimamente, sobre todo en política, y otra cosa es que siguen teniendo, y seguirán teniendo, estupendos talentos artísticos y no digamos científicos. Y parte de este talento es conocer y reconocer que, en efecto, estas cosas de la energía de fusión o se hacen entre muchos o no se hacen, y que esas bobadas de fronteritas y pasaportes mejor dejarlas de lado.

Lo del JET es una burrada, y me temo que no se va a llegar a explicar bien al público que no esté previamente informado de estas cosas científicas un poco avanzadas. Y la situación a ese respecto es peor todavía si nos damos cuenta de que se trata de una de esas materias que los desinformados con mando meten en la cesta de la ropa sucia llamada «nucleares no por cojones». Insistimos, aunque quizá el lector no merezca el castigo (pero lo hacemos por puro entusiasmo): estamos, paso a paso, tan cerca de conseguir que funcione eficientemente la energía de fusión que… casi no nos lo podemos creer. El vuelco que dará a nuestras sociedades es tan completo que se sale de los límites de lo imaginable. Así que nos limitaremos a lo imaginable, que es, cómo decirlo, un recibo de la luz posiblemente gratis: obsérvese que no caemos en la ineptitud definitiva, y que ese posiblemente está colocado con intención, puede que hasta mala: por poder, podría ser gratis la luz, pero suponemos que no llegará a serlo. Como mínimo, los sinvergüenzas que hasta ahora se han aprovechado de su oligopolio energético en todos los países, conseguirán imponer su presencia en el nuevo esquema de las cosas energéticas y supongo que no podrán seguir cobrando lo de antes pero algo cobrarán. A lo mejor nos ponen el recibo mensual de electricidad a 1 euro. Toda la vida pagando 1 euro mensual de luz es, reconozcámoslo, una mejora aceptable. No sé, algo harán esos malvados, por lo menos para las primeras generaciones que ya van a nutrirse energéticamente de la fusión, para no perder todos los privilegios y el pastón que hasta ahora tienen a nuestra costa (ya veremos cuando llevemos doscientos años y la fusión se tome como algo tan natural como la generación hidroeléctrica ahora).

Los científicos tienen la fusión casi a punto. Las empresas energéticas se van preparando para participar de la cosa.

 

Ahí dentro, sí.

 

 

Pero sigue habiendo, «en los confines de la Galia», una aldea de brutos, fanatizados, ignorantes y no menos privilegiados que los otros, que resisten ahora y siempre a la energía nuclear, ¡incluso a la de fusión!

Se llaman políticos.

Todos conocemos el problema alemán de Die Grünen: el artefacto verde nació allí (o más bien otros lo hicieron nacer allí), allí fue amamantado, allí jugó su infancia con sus amiguitos entre misiles de la OTAN (de los que estaban en el lado oriental del muro no estaba ni está permitido hablar) y así aprendió a participar en la sociedad, bien que al principio a gritos y golpes con la policía, ante las centrales nucleares malas y feas (las del oeste; de las del lado oriental no estaba ni está permitido hablar). Aunque al final vino Chernóbil, y no precisamente del occidente capitalista; pero de eso no dijeron mucho. Luego vino la unificación y se conoció lo que había en el este, pero la energía nuclear seguía siendo mala porque era capitalista y todo eso. Así hasta hoy: Alemania es, junto a Dinamarca (qué falta les hace, siendo en todo el país menos habitantes que en Madrid) y España (por pura inercia estética de la exizquierda; podríamos hacer el chiste de que la actual izquierda, en estos temas, sí que está en confinamiento inercial; pero no lo haremos) los que dicen que no a la declaración de «limpia» que la UE ha concedido a la energía nuclear.

¿Lo van a decir también a la energía de fusión?

Es que eso de «isótopo» o «confinamiento magnético»  les suena a estos a algo «demasiado de ciencias». Y ya se sabe que «la ciencia es demasiado importante para dejarla en manos de los científicos», y otros tópicos que siempre han proferido todos aquellos que lo único que quieren es control y poder sobre todo lo existente.

Pero ahora hemos llegado a la energía de fusión. Me intriga cómo se opondrán a ello. A lo mejor es que no saben decir sí, y habrá que enseñarles.