01 Nov Nanosatélites para el control aéreo
Nanosatélites para el control aéreo
Paca Maroto
Eso del control aéreo es una de esas labores que, como la de presentador de telediario, actor, policía y algunas otras, las gentes creen conocer pero que, de verdad, apenas llegan a tener unas gruesas pinceladas mentales de su naturaleza, sus técnicas y sus reglas. Como además de vez en cuando cae sobre los controladores la ira de los sindicatos generales, que no consiguen afiliación en ese gremio, las campañas periodísticas que se montan simplifican aún más las ya esquemáticas nociones que circulan por ahí: no, la labor no consiste en poner a los avioncitos en fila y decir tú vas primero, tú vas segundo, como dice alguno. Allá cada cual con su ignorancia. Los lectores de esta web saben bastante bien en qué consiste la cosa.
Pues ahora la cosa va a cambiar en cierta medida, y no pequeña. Entre otras muchas tareas, los controladores aéreos tienen una visión de conjunto, a través de los radares, del tráfico aéreo de la zona que tienen asignada; una visión que, por su posición y su tarea, los pilotos no pueden tener. Los hay que controlan el tráfico «que pasa» por la zona pero no aterriza ni despega en ella, y los hay que se encargan de organizar más bien el tráfico inmediato a los aeropuertos, y los hay que organizan despegues y aterrizajes, con sus mil y una variables fuera de rutina (desde animales que cruzan o se tumban en las pistas hasta alteraciones del programa a causa de un aterrizaje con emergencia médica, por ejemplo).
Casi todos sabemos que, para empezar, hay distancias mínimas entre dos aeronaves, y que estas varían en función de si están en aproximación a un aeropuerto o si están en tráfico (además las mismas aeronaves tienen desde hace no mucho un sistema de alarma que avisa cuando esa distancia se reduce, tanto en vertical como en horizontal); como media, la distancia entre aeronaves es, cuando están al mismo nivel, de unas 5 millas cuando están en un espacio controlado por radar, y a veces hasta de 100 millas. Sucede que no todo el espacio aéreo está igualmente cubierto por la observación de radar, ni por la proporcionada por satélites, y de ahí esa diferencia, impuesta por elevación y por seguridad. La consecuencia es, en efecto, más seguridad a falta de mirada más precisa; pero también, y no cuesta imaginarlo, esas situaciones de atasco como de hora punta que se producen en las zonas de espera para los aterrizajes en ciertos momentos, cuando confluyen en embudo a la misma hora los aviones procedentes de diferentes lugares, que no han podido ser organizados durante su tráfico con la minuciosidad con que se les organiza cuando ya están en aproximación.
Es decir, el control aéreo en zonas alejadas de los radares es mucho menos preciso por falta de datos de posición, trayectoria y velocidad.
Los satélites que ya están en órbita no sirven para cubrir esa tarea, por diferentes motivos: son pocos, están en otros lugares y además están destinados a otras funciones.
Así que la empresa Enaire, que es la que en España se encarga del control aéreo (y de la gestión de algunos aeropuertos), en compañía de Indra, va a lanzar próximamente un enjambre de nanosatélites de fabricación ad hoc para cubrir por fin ese vacío. Estos nanosatélites son, como su nombre indica, mucho más pequeños que los satélites habituales (y no digamos los meteorológicos) y son manejables prácticamente como drones. Su usuario podrá situarlos permanentemente sobre una zona o, por el contrario, desplazarlos a zonas que en ese momento convenga controlar más al detalle por la causa que sea.
De modo que ese «control grueso» que se ejerce sobre los aviones cuando se alejan de las zonas de radar podrá ser, desde el despliegue de los nanosatélites, un control tan minucioso como en los controles de aeropuerto, por ejemplo. Controlar el tráfico de larga distancia de modo que resulte una aeronave segura cada 20 millas, por ejemplo, en lugar de cada 100, traerá evidentes beneficios sobre la frecuencia y la agilidad del tráfico y, entre otras cosas, se podrá distribuir más adecuadamente, evitando esos atascos de 20 y 30 minutos de dar vueltas esperando hueco para aterrizar. Y algo que los usuarios podemos considerar menor pero que supone la gran revolución para los profesionales: los nanosatélites enlazarán también las comunicaciones de controladores con navegantes.
Se espera que los 200 nanosatélites se desplieguen a partir de 2024; ya hay contactos de empresas de todo el mundo para usar la red. Pero todos saben que esta primera red es solamente el comienzo de una nueva etapa en la industria aeronáutica.