01 Dic Hay residuos y luego hay transbordadores espaciales
Paca Maroto
¿Qué pensaran de 2022 los historiadores del siglo XXV, si se apoyan en vestigios como estos que mostramos aquí, para sacar conclusiones? Me parece que ya está más que archimachacado que nos merecemos todos los insultos por derrochadores, consumistas y productores de residuos. A veces piensa una que lo que quieren los albigenses de hoy es que nos comamos hasta la bandeja de poliexpán o el papel encerado en el que nos dan el pescado en el mercado. No me voy a extender ahora sobre esto, pero deberíamos tener claro también que el que diga que nuestra época o el que diga que nosotros no hemos producido nada bueno o que merezca la pena conservar, es un mentiroso o un masoquista de golpes de pecho; como digo, no voy a hacer la lista, y que se la haga cada uno si quiere. Pero identificar el tiempo presente con el peor de los tiempos es algo que a muchos les parece original y, sobre todo, lúcido que te cagas. Menos mal que estoy yo aquí para señalar los males de nuestra era hedonista y egolátrica. Pues que no, chaval, que eso ha pasado y lo ha habido a lo largo de toda la historia y de todas las épocas y en todos los lugares, por lo menos de occidente. Todos los tiempos han sido los peores y los más derrochadores e irresponsables para algunos contemporáneos de esos mismos tiempos. Y al final, si os fijáis un poco, ni siquiera se puede decir de esos algunos que hayan cumplido, «por lo menos», con la función de «despertar conciencias». Como mucho, vigilantes tras los visillos, cotilleando las basuras, han saqueado las carteras del indefenso empleado o profesor o comerciante con sus multas, siempre de destino no muy claro; aunque mejor así, porque en algunos lugares y en algunos momentos en lugar de pillar pasta se dedicaron a quemar gente.
Así que residuos del presente, ¿no? Toma residuos:
Y me adelanto y os digo: sí, es lo que parece.
Resulta que una especie de viajero tiktokero que se hace llamar eso de «Greg Abandoned» que sale en la foto, como quien decía en aquel anuncio «caminando por la kashba», pero en su caso «caminando por las llanuras kazajas», va y se encuentra una gran construcción, una enorme fábrica ahí puesta, sin nada alrededor más que aire y horizonte. Eso de las fábricas abandonadas nos tira mucho a algunos, y yo tengo que reconocer que he saltado más de una valla y he ignorado más de un cartelito de prohibición para entrar en algunas que también me he cruzado en mis viajes (pero no tan molones: lo mío ha sido por Burgos o por Jaén y así). Pues bueno, que resulta que esa fábrica era más bien un hangar de construcción de transbordadores espaciales soviéticos. Así, como suena y como se ve.
Y que había en su interior, accesible a través de las puertas abiertas, y perfectamente abandonados de persona alguna, tres transbordadores prácticamente acabados, por lo menos en su estructura principal, y dejados ahí, entre las azucenas olvidado su cuidado. Abandonados, sí. Ni siquiera un pequeño cuerpo de personal de custodia de esos de «reliquia industrial, ya veremos en unos años qué uso le sacamos». Nada. Llanura, viento, fábrica, puertas abiertas, transbordadores. Y herrumbre:
Como si fuera un vertedero de coches. Como si fuera un desguace de automóviles, esas maquetas de ciudades con vehículos en lugar de casas, a los que acude el personal a hacerse con una pieza rara, o de los que tiran las producciones de cine para repintar y luego chocar o arrojar por precipicios y todo eso. ¿Valdrían estos transbordadores para retocarlos y sacarlos en películas? ¿Hay desguaces de vehículos espaciales a los que podamos acudir para elegir piezas mientras paseamos por sus calles?
Esto sí que son residuos cualificados. Además, nos hablan de la incuria o por lo menos la imprevisión de los jefazos de esa industria y de ese lugar. Pero cuidado: hay que librarse de tópicos de rivales interesados y no olvidar que hay tecnología rusa (o soviética, pero no era política, así que más bien rusa) que no ha sido superada por su equivalente occidental ni chino ni indio ni japonés. La Soyuz, por ejemplo. ¿Qué nave empezó a funcionar allá por los años ochenta y ha seguido siendo, hasta el día de hoy, el único vehículo válido para trasladar a los astronautas entre la Tierra y la estación espacial? Los transportes privados acaban de empezar este mismo año. Veremos si llegan a tener esa calidad.
Así que en el país de la mejor nave espacial construida, esa Soyuz, nos encontramos con la burrada esta de abandono, de residuo, de basura en definitiva. ¿Nuestro presente, ese presente, les dirá a los del siglo XXV que fuimos la repanocha de tecnología y de aventureros y de avanzados, o les dirá que fuimos unos borricos malcriados derrochadores y descuidados, que por sobrarnos nos sobraban hasta tres transbordadores espaciales a medio construir y que podíamos dejar tirados por ahí sin que se nos alterara el pulso?