01 Jun Parece que, por fin, Cataluña es… «sólo un club»
Varo Expolio
No nos gusta ni mucho ni poco lo de meternos en la actualidad candente y esas cosas, pero es que hay un fenómeno que nos obliga, y precisamente porque, aunque se esté dando en la actualidad una manifestación del mismo, se trata de un fenómeno muy poco actual en el sentido de que además de actual es de todos los tiempos y ocasiones: la estupidez empoderada: ¿vale si lo digo así? Yo preferiría llamarlo los poderosos gilipollas, pero me dicen que más vale hacerse entender por los de hoy. De modo que, ya lo habrás adivinado, tengo que hablar de la Moreneta.
Oh, sí. Los vacuos racistas arrogantes campanudos esos de TV3 hacen una especie de parodia de la Virgen del Rocío, y punto. Hasta ahí, vale: no se entiende muy bien a qué viene eso en Cataluña, porque parece la muy clásica actitud de combate de una población amenazada por un enemigo agresivo e invasor y esas cosas: ¿ah, que me agredes? Pues me burlo de tus objetos más queridos. Que sí, que vale: aquí te puedes burlar de todo, porque eso es, como muy bien sabemos y mantenemos los que nos dedicamos a ciertas cosas, prácticamente sinónimo de Europa. Si de algo vale que luchemos por no terminar de ceder todo el terreno a los predicadores idiotas de carpa y gritos, o a los moralistas de Estado y tentetieso, es precisamente por hacer sobrevivir el derecho a pensar, opinar y decir lo que queramos pensar, opinar y decir sin recorte alguno; y eso incluye la irreverencia y la burla. Que sepas que (no nos cansaremos de repetirlo) si estás o vienes a Europa, aparte de trenes, fútbol y seguridad social, como dijo Tony Judt, vas a tener que aguantar que se digan cosas con las que no estás de acuerdo o que hasta te van a parecer irreverencias hacia tus reverenciados. Y te tienes que aguantar. Ah, eso sí: a continuación, puedes devolverla y burlarte o mofarte cuanto te dé la gana del otro, y ese otro se tiene que aguantar, por supuesto. Una vez más: eso es Europa. Pues vale, ponen a la Virgen del Rocío a caldo, y hay que aguantarse.
Inmediatamente, como parece que es tendencia hormonal de muchos, salen por ahí los que piden cárcel, querellas, tribunales y castigos para los que han hecho la burla. Esa burla en particular, tal como se ve y se repasa en la pantalla, está hecha con jirones de nociones y sentimientos que hacen más difícil, en efecto, conservar la racionalidad europea, porque no se limita a ser comentario o mofa de un valor, sino que inmediatamente se extiende, al principio entre líneas y a continuación por implicación y por fin y muy extensamente y con toda la iluminación, a burla de todo un pueblo, de millones de personas, que hablan así, tienen este acento y aquella entonación, y además «nos invaden con sus modales y su comida incomestible», que es lo que siempre acaban diciendo esos. Las cosas se ponen difíciles, como se ve, porque Europa es eso que decimos, tu burla y mi burla, como decía hace poco un compañero de web, pero también es Europa el respeto a tres o cuatro nociones prácticamente imburlabes. Y como la cosa es extremadamente sutil y compleja, no termina de haber algo que pudiera llamarse un «reglamento» que lo regule, y por eso es una discusión siempre abierta y muy viva: ¿burlarse de todo un pueblo por su origen étnico? ¿Por su modo peculiar de acentuar un idioma? ¿Por sus ritos religiosos? Eso está peligrosamente en la frontera de lo que, precisamente, estuvo a punto de acabar con Europa. O sea que esa libertad de expresión «sin límites» europea sí que tiene límites: pues naturalmente, porque la convivencia tiene que ser posible, y no lo es si un grupo con poder decide humillar a otro grupo o a otros grupos con menos poder. Bolsas de poblaciones humilladas, en Europa, nunca más: ese es un límite muy claro y, se diría, aceptable por todos.
Pero se ve que no por todos. Se hace muy visible al estudiar la Historia que ha habido siempre grupos poderosos que han basado su poder y hasta su misma existencia en la humillación de otros. Y eso no es cosa del pasado. En el presente tan intoxicado de identidades colectivas, se pueden encontrar en múltiples rincones esos grupos que, en general con coincidencias de modales asombrosas dado lo lejanos que a veces son unos de otros, practican y creen construir su identidad mediante ese procedimiento de la humillación del diferente. En España, y en la actualidad, y más allá de chistes y bromas palurdas que al final no tienen trascendencia alguna, hay un grupo de esos: los poderosos catalanes.
Es un tema inagotable, dada la muy creativa estupidez de estos poderosos, es decir de los que detentan el poder en la Cataluña actual (por supuesto, con ciertos aliados en «Madrit»). Nunca terminaremos de examinar el fenómeno, por lo menos mientras este no se suicide y nos dé un poco de paz al resto de la humanidad. De momento, lo que hemos estado cocinando en nuestras seseras esta temporada pasada ha sido el pisto (no manchego, por supuesto) que se han pretendido montar desde hace como un mes o mes y medio con estos ingredientes:
-la burla de los andaluces (cuidado: aquello no fue parodia del Rocío, sino burla de los andaluces: hay que leer las cosas con atención y no aceptar un microondas como si fuera una escoba sólo porque el vendedor nos diga que es una escoba);
-el rechazo a la petición que se les hizo de que se disculparan (puede que un rechazo correcto) pero la avería subsiguiente de pedir, los mismos que habían hecho la burla, que tenían que ser los demás, o sea los burlados, los que se tenían que disculpar con ellos (siempre hay que pedirle disculpas a un catalán, por lo visto: por los aranceles proteccionistas de su industria, por la vista gorda con su tráfico de esclavos hasta tiempos recientes, por su confección ad hoc de códigos penales que les garanticen impunidad…, y por pitar un fuera de banda con el que no están de acuerdo en un partido de fútbol);
-la petición de desgravación en Hacienda de unos gastos originados por el pago de corrupción al jefazo del comité de árbitros del fútbol por parte del club de fútbol llamado Barcelona;
-(previamente, el mismo hecho de esos pagos a lo largo de veinte años durante los cuales las llantinas y las pataletas públicas barcelonesas y a menudo catalanas denunciando que el que hacía eso era el Real Madrid nos han tenido a todos ahogados en hartura);
-la defensa que por fin, tras varias semanas, ha hecho el tío ese que ocupa el cargo de nada menos que presidente (lo que les gusta llamarse así, lukashenkos) de ese club de fútbol, por un lado diciendo que el que hace eso es el Real Madrid, y que el verdaderamente beneficiado es el Real Madrid, y que además el Real Madrid es «el equipo del régimen» (refiriéndose con ello, se entiende, y luego se comprobó, al «régimen de Franco», que ya decimos que se ve que en efecto sigue vivo, pero no en España sino en Cataluña), contra toda evidencia histórica;
Y por fin, el reactivo que amalgama todo y nos lo hace entender:
El Real Madrid contesta a eso con una breve película de archivo en la que se muestran las condecoraciones y favores que no sólo el «régimen» de Franco sino Franco mismo concedió a ese club de fútbol, peliculita en la que, entre otras cosas, se narra también que ese equipo supuesto beneficiado no consiguió ganar su primera liga durante los primeros 15 años de ese «régimen», por ejemplo (mientras ese equipo barcelonés ganó 5). Pero entonces interviene… ¿quién? ¿Un portavoz del club de fútbol mentiroso? ¿Un antiguo defensa central del equipo del club de fútbol mentiroso?
No.
Una portavoz del gobierno de la Generalitat de Cataluña.
(No en vano la convocó el sujeto ese que preside el club al afirmar en su rueda de prensa, una vez más pero ahora con una especie de tono como definitivamente oficial, que «el que ofende al Barça ofende a Cataluña».)
Y va esta portavoz y suelta, en rueda de prensa oficial, que el gobierno ese de Cataluña exige a las televisiones que retiren ese vídeo que ha difundido el Real Madrid.
Lo que llevamos desde entonces intentando masticar es cómo se hace eso congruente con lo de dar correa suelta, en la propia televisión catalana gubernamental, a la burla a todo un pueblo, el andaluz, con la excusa intocable de aquella supuesta parodia de la Virgen del Rocío.
¡Y nosotros, que pensábamos que «lo que tocaba» ahora (como dicen en Cataluña) era hacer una burla igual de la Moreneta esa, y luego celebrar las risas con las que los mismos catalanes la iban a recibir! ¡Si lo llegamos a hacer, no queremos ni pensar en la que nos habríamos metido!
O sea, que el gobierno catalán exige que se retire de la circulación pública un video confeccionado por una entidad privada en el que se muestran imágenes reales de cómo aquel Franco benefició a otra entidad privada, pero esta catalana y convertida en… «más que un club» y bandera de cosas raras, pero se reclama paladín de la libertad y la democracia cuando se trata de defender el derecho a ser arrogante, supremacista y matón.
Ya lo hemos entendido.
No hay muchas soluciones para eso; se están metiendo solitos en el jardín.