El principio de tolerancia. 12

El principio de tolerancia. 12.

(Condiciones de la tolerancia. B. Visibilidad. Cont.)

 

La visibilidad del acto de tolerancia habría impedido que estos conflictos llegaran a serlo, o por lo menos que tomaran la forma de motín y algaradas y humillación de la inteligencia que han tomado: si se llega a establecer en público y con notoriedad que a ese personaje se le iba a permitir traspasar las fronteras de ciertos detalles de las leyes contra las injurias y las amenazas a la vida y la seguridad de otros, quizá se habría discutido, se habría debatido, y puede que con energía excepcional dado lo delicado del asunto, pero probablemente se habría llegado a un consenso acerca de las acciones a realizar acerca de él y hacia él, e incluso por él mismo. Pero ha quedado claro que en este aparente conflicto sobre la tolerancia no es la tolerancia lo que está puesto en juego, sino un programa político; que las discusiones que parecen serlo sobre tolerancia y sobre libertad de expresión no son más que el camuflaje bajo el cual se presenta en la sociedad una intención política partidista no abiertamente declarada.

Es lo que suele encontrarse por debajo cuando hay un conflicto de simetría; rara vez es torpeza, y casi siempre es interés. En cuanto a la visibilidad, es claro que prescindir de esta suele estar motivado por algo parecido, porque, salvo esas rarísimas excepciones que hemos mencionado, y que son tan extravagantes que ni merece la pena mencionarlas como posibilidad, qué otra cosa que intereses ocultos puede provocar su desprecio. ¿Por qué iba a querer un político ocultar que está ejerciendo la tolerancia, o decretándola, o imponiéndola a una persona, un grupo o unas nociones abstractas como modos de vida, manifestaciones culturales y discursos?

La visibilidad del acto de tolerancia puede adoptar la forma de ley o de norma legal de cualquier rango, pero también puede no tener que ver con norma escrita ni formal de ninguna cualidad ni naturaleza, y consistir simplemente en una exhibición pública, por parte del poder o representante del mismo de la decisión de tolerar. Eso lleva implícito una invitación, en el más leve de los casos, o una recomendación o puede que una advertencia y un anuncio de deber para toda la ciudadanía de practicar y proceder a ese acto de tolerancia con ese objeto a partir de ese momento. Y no hay que olvidar que también es anuncio y deber del tolerado, por su parte, tolerar en igual medida todo aquello que le tolera. Pero de esto rara vez se informa al tolerado, y es evidente que esa carencia es fuente de múltiples problemas.

Es decir, la visibilidad debe ser, por así decirlo, doble: cuando se da paso a un individuo o grupo o manifestación cultural, y se acoge en una sociedad diferente, eso tiene que ser conocido por todos los de esa sociedad, y también por los acogidos. No pueden ser acogidos en realidad pero no saberlo ellos: se les tiene que comunicar con todas las garantías de que lo entienden. A la vez, todos en la sociedad de acogida deben conocer esa tolerancia, o en caso contrario comenzarán los problemas primero de simple rechazo y a continuación de violencia. Y desde el instante en que se comunique al individuo, grupo o manifestación cultural que se les tolera, la sociedad de acogida debe ver también la tolerancia de los acogidos hacia la sociedad, sus valores y sus manifestaciones, aunque sean contrarios o inimaginados hasta el momento por ellos.

No se agota con lo dicho la reflexión sobre la visibilidad de la tolerancia que, si se trata de tolerancia política no puede ser oscura ni privada. Volveremos sobre ella a propósito de muchos otros asuntos.

 

 

C. Precisión

Si una sociedad decreta algo como «se tolerarán todos los discursos sea cual sea su carácter», paradójicamente estará realizando la acción más contundente posible contra la tolerancia pública. Algo parecido a si dijera y decretara «tolerancia general con todas las actitudes y conductas personales o colectivas». Y así podríamos seguir con todas las posibilidades. La indiscriminación en la elección del objeto de tolerancia se encuentra entre los principales enemigos de la tolerancia. En el primer caso, por ejemplo, nada se podrá hacer contra los discursos que contengan mentiras, daños e infamias hacia alguien, que probablemente tendrá que enfrentarse a consecuencias catastróficas para su vida, su honor, su profesión o lo que sea que el proferente de ese discurso haya tenido a bien lesionar. Qué ley de detalles sobre las injurias o las calumnias podrá tener más rango que el máximo rango que un gobernante irresponsable y juvenilista haya decidido dar a una proclama tan esquemática como esa. En el segundo caso, supuesto ese mismo máximo rango y estatuto de la fórmula, qué se podría hacer contra el que ha decidido quemar la vivienda de un enemigo, lesionarle de hecho y no sólo con palabras o incluso acabar con su vida, todo lo cual puede ser defendido como actitud y conducta personal, según el carácter del abogado del momento.

Hablar de precisión de la tolerancia es algo muy parecido a hablar de los límites de la tolerancia, aunque esta última expresión es tan genérica que puede incluir cualquier otra condición de la tolerancia. Es necesario no desenfocar la noción de precisión: se es tolerante con este individuo, o con este grupo que son diferentes a nosotros, o con estas manifestaciones culturales, sólo aquí y en este momento, que son diferentes a las nuestras o expresan valores diferentes a los nuestros.

No se puede pronunciar y decretar la tolerancia «con cualquier individuo que tenga a bien aceptar nuestra acogida», por ejemplo, y se podría decir que mucho menos con «cualquier grupo o cultura que desee situarse entre nosotros». ¿Es necesario descender al detalle concreto para explicar estas afirmaciones? Parece que en la actualidad, en occidente, sí.

Como las sociedades democráticas han manifestado ser las campeonas de la tolerancia, porque cualquier otro modo de organización política que no es democracia se basa por definición en la exclusión de grupos o ideologías, se diría que es demasiado difícil para la mayoría dejar de tirar por elevación y, desde ese «aquí somos tolerantes», hay que llegar inmediatamente a una especie de «aquí somos tolerantes con todo«. ¿Por ejemplo, con los grupos organizados con el fin de acabar con la democracia?