A menudo lo más relevante es lo desconocido

A menudo lo más relevante es lo desconocido

Paca Maroto

¿A qué estamos? ¿A primeros de abril? ¿Y todavía siguen estos haciendo el ridículo, descubriendo el culo en el escenario, saltando sin paracaídas desde aviones, pidiendo el cáncer para los rivales políticos con tal de conseguir primeras planas? Sí, sí todo actualísimo, pero si por ellos fuera todavía estaríamos por la vacuna 28 o como mucho 29. No es que los fabricantes estén cumpliendo demasiado, a pesar de las mejoras, pero por eso mismo. ¿Y lo de llamar al ejército sólo cuando truena, si este lo podría haber organizado en un pispás (seguro que lo tiene ya sobre el papel)?

Sí, todo eso es nuestra actualidad.

Pero también lo es la constante de Hubble y el meneo que acaba de recibir. Sí, habéis leído bien: uno de los pilares de nuestras certezas sobre la cosmología (física: nada de mitologías, no confundirse ni confundirme), la constante de Hubble, puesta en duda. Os explico.

Hace ya muchas leyes educativas idiotas (o sea leyes educativas) que no es una novedad eso de que el universo se está expandiendo, ¿verdad? Más o menos en casi todos los programas de ciencias naturales se acababa, o quizá se empezaba, contando eso.

No asustarse, que ya sabemos que algunos por encima de cierta edad de los que nos siguen no se han quitado todavía aquella añeja tirria hacia los números y mucho más a las operaciones, así que aquí no van a aparecer más que dos o tres, y muy comprensibles.

Lo que sabemos es que hay una relación entre la distancia desde nosotros a una galaxia y la velocidad a la que esta galaxia se aleja de nosotros. Os ahorro los intermedios y voy al final: si esa galaxia está a 3’26 años de luz de distancia de nosotros, se estará alejando a una velocidad de 70 kilómetros por segundo. Sigo ahorrándoos los pasos intermedios si os digo nada más que hasta ahí llegamos utilizando un cálculo en el que interviene algo que se llama constante de Hubble, desde la cual podemos calcular otras velocidades para galaxias a otras distancias, entre otras cosas.

Esta constante de Hubble (74 ± 2’8 km/seg/Megaparsec) ha sido uno de los pilares más seguros de la cosmología y de la astronomía durante las últimas décadas. Pero, como suele pasar, buscando otras cosas en la oscuridad nos hemos cargado la linterna: a propósito del estudio de la energía oscura y de la radiación de fondo (y de algunas otras cosas, de las que, si queréis, hablamos otro día), yéndonos con las observaciones a lo más lejos que se puede ir (no que podemos, sino que se puede: el momento en el que el plasma del Big Bang dejaba de serlo y empezaban a formarse los átomos de Hidrógeno, hace casi 14.000 millones de años), se han encontrado suficientes datos para afirmar con toda claridad que esa constante de Hubble tiene otro valor, diferente al que llevamos décadas manejando (67’3 ±1’9).

Y nadie es capaz de comprender a qué se debe esta discrepancia. No: todas esas paridas que se nos ocurren a los legos a bote pronto, los físicos son los primeros en probarlas y descartarlas si es que hay que descartarlas, como ha sido en este caso. Con todo rigor y en el extremo de los conocimientos, ninguno de los que podrían hacerlo se explica esa discrepancia.

Lo  más bonito viene ahora. En lugar de emperrarse y emprenderla a cabezazos, se han lanzado auténticas hordas de físicos a responder a la siguiente pregunta, que ya me diréis si es o no es relevante hoy, y ayer y mañana: ¿se ha encontrado un nuevo fenómeno que aún no conocíamos?