Aquí se amplía el conocimiento, aquí se reduce el conocimiento

Aquí se amplía el conocimiento, aquí se reduce el conocimiento

Paca Maroto

Me pone así de contenta que las cosas se hayan arreglado y por fin salga bien la empresa conjunta del nuevo telescopio James Webb. Nadie se lo explica. Probablemente, nadie se lo explicará nunca. Pero las gentes se han entendido, se han peleado lo necesario pero no más, se han apañado tras las peleas, y por fin este octubre tenemos el lanzamiento del sustituto del veteranísimo Hubble. NASA, canadienses y ESA en un guiso común: como diseñado para no llegar a ningún lado; pero se ha llegado.

A ello hay que añadir que hace unos meses nos hemos quedado sin el radiotelescopio de Arecibo, pero sus funciones han sido inmediatamente sustituidas por el FAST. Aunque es chino y está en China, los astrónomos ya estaban al tanto de que su construcción se aproximaba a su fin, y por eso no se han suicidado en masa al perder el puertorriqueño. Hay varias cosas en la agenda radiotelescópica, mitos aparte: la famosa señal Wow!, por ejemplo, probablemente ha hecho más daño que beneficio a la radioastronomía, por la cantidad de paranoia que ha generado; y no decimos que no haya que investigar en esa línea, pero un poco de decoro, por favor, que hay muchas más cosas que cotillear.

Entre el visual James Webb en órbita con una resolución que multiplica por mucho la del Hubble y el FAST en el suelo, que amplía hasta 500 metros su radio, casi el doble del de Arecibo, vamos a estar todo el día colgadas de las alertas, así como otros no se separan de sus pantallas cuando una Rociíto o un Paquirrín entran en celo declaratorio. Pues ahora el celo lo van a tener los astrónomos. Hasta dicen que, aunque chinos, los chinos ya han empezado a admitir y a poner en fila las peticiones internacionales de uso de su FAST. De confirmarse, esto puede ser un banquete. El lector recordará lo de los 14 segundos: de momento, que sepamos, no se puede llegar más allá en nuestras observaciones de 14 segundos después del Big Bang,  cuando se formaron los primeros átomos de Hidrógeno. Este límite no es ninguna frivolidad, ni es conjetural, sino muy real y muy explicado. Así que no diremos ahora que lo vamos a superar. Pero sí que hay muchísimas cosas alrededor de esos 14 segundos, o que creemos que están ahí alrededor, que puede que ahora se nos presenten con alguna ayudita más para entenderlas. Todo eso de la radiación de fondo, la materia oscura y sobre todo la energía oscura están vacilándonos con sus silbiditos por las cercanías de los 14 segundos… y vamos a aceptar la provocación. A partir de ahora, a comer de tupper ante la pantalla.

Lo que digo: qué banquetes nos esperan.

Y al volver la mirada, porque hay que volverla, que si no se vuelve te tropiezan camino del súper o al ir al cole a la hora en que salen los niños, o a recoger el coche de la revisión, vimos que otro sabio comía las hierbas que nosotros arrojamos: se ha hecho casi oficial del todo (lo es, pero falta el conocimiento público) entre altos cargos de la educación, tanto autonómicos como estatales, la calificación de irrelevantes y prescindibles para los contenidos en los planes de enseñanza. Y con esas palabras: irrelevantes, prescindibles, contenidos.

Varios trabajos que estaban en marcha en varias consejerías de educación de varias comunidades autónomas, algunos desde muchos años atrás, porque son planes de muy largo esfuerzo, se han quedado súbitamente y definitivamente suspendidos. Ni ortografía, ni comprensión de textos, ni rudimentos de aritmética aplicada, ni primeros conocimientos de ciencia. Algunos de estos trabajos están en fases tan avanzadas como en el momento justo anterior a mandar todo lo trabajado a imprenta para tener un libro fabricado en cinco días. La anterior entrega de este trabajo, por ejemplo, hace unos siete u ocho años, produjo tal empujón en «las habilidades y las competencias» de los alumnos (¿por qué llaman así a lo que desde siempre ha sido llamado «los conocimientos»?) que antes de que pasara un mes desde que se pusiera en circulación se había corrido la voz y las peticiones superaban con mucho el género disponible. Se impuso, por la urgencia, la encuadernación en espira ¡de un libro de dictados de 400 páginas! Es decir, a pesar de su cortedad de miras y de su reeducación ideológica en las facultades de educación, los maestros acababan de comprobar en el suelo real los beneficios de esas antiguas tareas tan despreciables, y unos más abiertamente y otros más disimulando habían mandado su reeducación a la mierda y habían reconocido (pero no expresamente, no hay que pedir tanto) que ese libro (entre otros proyectos, ya digo) molaba y servía.

Pero aquello se agotó, y a punto de sacar el siguiente (dos años o más de trabajo minucioso), a punto a punto, a siete u ocho días de mandar a imprenta el siguiente, van las, digamos, autoridades y dicen que mejor aceptan la marea de basura pedagógico-política, que están cansadas de líos.

¿Entenderá alguna vez alguien de los implicados en esa marea y esta decisión, alguna, aunque sólo sea una, de las cosas que nos van a suceder en los próximos tiempos gracias al James Webb y al FAST?