15 Ene Lo actual que es muy antiguo y lo relevante para siempre
Lo actual que es muy antiguo y lo relevante para siempre
Paca Maroto
Cómo no hablar de lo actualísimo (bueno, han pasado ya ocho días; a lo mejor es pasado remoto para algunos) de esos mastuerzos asaltando el Capitolio de Washington. ¿Es un nuevo episodio de la fase terminal de la ya secular guerra agro-urbe? Algunos así lo afirman, y desde luego algo de eso tiene. ¿Es simplemente un caso más de confusión reacción-revolución, tan de nuestra actualidad, según la cual los más reaccionarios y retrógrados y abusones se las dan de revolucionarios y liberadores? Pues también tiene de eso, y mucho. Un antiguo y muy veterano corresponsal en EEUU insistía esa misma noche del 6 de enero: tenemos que comprender a estas turbas o no habremos entendido nada: ¿por qué creen estar defendiendo la democracia con eso que hacen? Probablemente es muy acertado ese comentario, pero probablemente también deja de lado una buena proporción de asaltantes que no creían estar defendiendo democracia alguna, sino simplemente estar zurrando la badana a esos despreciables demócratas, quizá también despreciables urbanos, despreciables izquierdistas, o lo que sea pero seguro que despreciable.
Es raro decir que una cosa así es actual, porque ha sucedido desde la más remota antigüedad histórica, y se ha manipulado desde la primera ocasión, y han sacado nueces de ese árbol todos los que han podido de los últimos 2.000 años. Pero, en efecto, es que sigue siendo actual: los de Washington (o los de Roma, o los de Madrid) se aprovechan de nosotros; cómo es posible que no hayamos ganado estas elecciones si todos los que conozco han votado como yo (más el síndrome de leer sólo los medios que piensan como tú, claro), todo eso que ya conocemos. Lo conocemos, hemos presenciado mil veces sus manifestaciones, por no decir sus síntomas, y sucede que en cada nueva ocasión volvemos a asustarnos como si fuera la primera. Es verdad que no se le puede quitar gravedad: llegan a descalabrar al presidente electo norteamericano y ríete de la que se organizó a la muerte de Julio César; pero, una vez no descalabrado, y aunque todavía no están claras todas las acciones que hay que emprender para volver a la fluidez democrática (una pena de varios miles de años de cárcel no estaría mal para algunos), se va volviendo y lo actual actualísimo, por grave que sea en su momento, se diluye pronto en una especie de rutina histórica, y apetece decir aquello de «fuese y no hubo nada» aunque algo quede, pero casi nunca algo tan gordo como al principio parecía que iba a quedar.
Pero mientras tanto ha venido sucediendo, y esto sí que no acaba nunca, que el pasado 1 de diciembre la nave china Chang’e 5 alunizó en Mons Rümker, tomó sus muestras de suelo lunar, despegó, se unió al módulo orbital que la esperaba y volvió a la Tierra el 16 del mismo mes, donde ha comenzado, por fin, un nuevo ciclo de investigación lunar después de más de cuarenta años abobados todos en todo el mundo con las penas y las desgracias de los magnates, por lo visto.
Y, por su fuera poco, a finales de mes se publicaba que habían conseguido que brotaran durante la estancia en la luna ciertas semillas de cereales que habían preparado para ello. La proyección y el horizonte de este experimento no se pueden formular, a causa de su amplitud.
Esto sí que merecería primeras y primeras, tipos grandes y entrevistas, coloquios y hasta broncas.
Por supuesto, no va a haber nada de eso, porque quién va a sacar a los voceras que ocupan los asientos de los coloquios, o, en su defecto, quién de estos voceras va a demostrar que sabe por lo menos media palabra de vuelos lunares, de velocidades de escape o por lo menos de lava lunar. Así que nos tendremos que contentar con informarnos de estas cosas, como siempre, con más esfuerzo y rebuscando.
No es ninguna tontería. Ya en 2019 China consiguió la acrobacia de hacer alunizar una sonda similar en la cara oculta de la luna. Ahora lo ha hecho en el cuadrante noroccidental visible y estamos esperando todos que dé a conocer los análisis de ese suelo. Ya sabemos que los chinos tienden a disfrutar de su papel de villanos, pero tampoco hay que imaginárselos con las uñas de un metro, las cejas de un vulcaniano y unas batas de seda amarilla tipo Fumanchú. Son raritos (a nuestros ojos), hacen las cosas a su manera (y no a la nuestra), pero eso es todo.
Lo de antes, allá por los sesenta y los setenta, fue una «carrera lunar». Lo de ahora ya no. Seguro que hay pique. Pues haberlo hecho antes nosotros. Seguro que hay competencia y agarrones. Pues habrá que pensar algo para salir de ello.
Lo que no se puede pensar es que es una tontería volver a la luna, y mucho menos que los tópicos idiotas de antaño tienen algún valor. Los moralistas listillos que se enteren: sólo estos dos alunizajes han dado trabajo en la Tierra -dónde, si no- a unos dos millones y medio o tres millones de terráqueos -quiénes, si no-. Las posibilidades que vuelven a abrirse por ir volviendo a la luna son tan extensas que cuesta hacer una relación de ellas. Pero alguien mínimamente informado sabe que tiene que ponerse a conocerlas, porque es nada más y nada menos que abrir un nuevo camino para la ciencia y para la técnica, y quién sabe si con un poco de buena fe también para una época de exploraciones a cuyo potencial no se le ven límites.
Qué cosas, lo actual que es esto y a la vez lo relevante que es. Lo de la luna, digo, no lo del populismo abusón.