23 Oct Sola y borracha quiero llegar a casa
Sola y borracha quiero llegar a casa
Isabel del Val
Se quiere lema movilizador. ¿Movilizaría a alguien «Solo y borracho quiero llegar a casa»? No puede presentarse como idea separada de la pretensión de que desaparezca por completo la delincuencia en el mundo, que reinen el amor y la paz y que todas las armas se vuelvan flores. ¿O sí? ¿Quizá se admite que con «la delincuencia» no se puede acabar así, en general, pero queremos acabar específica y solamente con la que se manifiesta contra la mujer que «vuelve a casa» «sola» y «borracha»? ¿De verdad alguien -alguna- cree que eso se puede reivindicar como si fuera posible? ¿O pertenece a esa colección inagotable de sonrientes productos complutenses del cinismo propagandístico feminista que se saben mentirosos pero se dan permiso a sí mismos bajo la excusa de ser eficaces?
Cuanta más experiencia se tiene de la vida, y quiero decir precisamente de la vida como mujer, más se sabe que ni mujer ni hombre, sola o solo, borracha o borracho, están muy seguros si se plantean «volver a casa» en esas condiciones, entendemos que en una gran ciudad (el lema es completamente urbano de clase media, por decirlo sinópticamente), aunque ciertos entornos rurales no salen muy favorecidos si se estudian como escenarios de estas fechorías.
Podríamos espetar: «ciego y cojo, quiero volver a casa» (esas oes son neutros; aviso a memos). O «De espaldas y en coma…»; o «solo y entre lobos…». Las variantes de la idiotez son inacabables. ¿De verdad alguien puede pensar que se puede acabar tan «selectivamente» con el problema de la violencia en la sociedad (no la actual, sino cualquiera de cualquier época), que puede hacerse posible que «una mujer» vuelva a casa segura estando sola y borracha, pero que eso suceda en el mismo lugar en el que sigue vigorosa la violencia y el abuso de la fuerza de unos varones hacia otros, de menores a mayores, de mayores a menores, de mujeres a mujeres? ¿Y cómo vamos a conseguir eso? ¿Vamos a montar otra comuna estilo La Cecilia, pero esta vez en ciudades de 500.000 habitantes, de dos millones, de cinco millones (y acabar igual de mal que aquel experimento)?
Se diría que el lema delata cierto solipsismo en quien lo dispara. Quizá cierta vicepresidenta de gobierno diría: «Bonita, es que resulta que no sólo hay más problemas en el mundo, sino que ese que denuncias es sólo parte muy pequeña de uno de los principales». Pero por supuesto no lo va a hacer.
Es divertido, es muy «de la uni», es muy rítmico; oculta una mentira inaceptable.