01 Feb ¿Los de la ENA, petulantes?
¿Los de la ENA, petulantes?
Micaela Esgueva
Abdel Fattah al-Sissi es el presidente de Egipto, por si en estos agitados tiempos se os ha pasado memorizarlo.
He dejado pasar un mesecito y pico para poder escribir de este petulante sin que me hiervan los ovarios.
El 13 de diciembre pasado estaba este individuo dando una conferencia de prensa en el Elíseo junto a Macron, que es el presidente de Francia pero que seguro que el nombre de este sí lo recordáis. Hablaban de sus cositas de visitas de estado y sus juguetitos. Y todo era aburridamente rutinario. La tradicional amistad hispano-árabe y todo eso (o sea, digo, franco-árabe). Y entonces una periodista egipcia de las del patio de butacas se dirigió a Macron para decirle que no había oído todavía disculpa alguna por las caricaturas de Mahoma publicadas en Francia.
Lo mismito lo mismito que el habitual reproche que los periodistas franceses, o españoles, o alemanes o italianos hacen en las ruedas de prensa en el palacio presidencial de El Cairo: oiga, que usted, so presidente, todavía no ha pedido perdón por los atentados de las Ramblas, o por el 11-M, o por la burrada del Bataclán. También lo hacen los corresponsales en Riad, en Teherán, en Trípoli de Libia (qué tiempos aquellos), en Damasco, coño, yo qué sé, hasta en Rabat, que mira que Rabat…, pero no, que también.
Macron tendrá a ojos de sus rivales o de sus enemigos los defectos que estos quieran, pero formación no le falta, ni mucho menos sentido de Estado e incluso sentido de… algo más grande y más duradero que el Estado. Contestó tranqui y con un par: aquí cada cual hace la caricatura o la broma o la burla de lo que le da la gana.
Ya sabréis, lectores, que esta es una idea que nos gusta especialmente en esta web. Creo que no me equivoco si recuerdo que El Clásico del número 4 ofrecía precisamente unos párrafos casi casi clavados a lo que en esos momentos Macron profirió como muy digna defensa de los Derechos Humanos. De los cuales uno de los implícitos es el derecho de chiste, claro. Pero esta parece una idea muy problemática: a algunos nos resulta casi como lo que los clásicos llamaban «evidencia de los sentidos», o como si hubiéramos nacido con ella, y nadie nos la ha tenido que explicar nunca. Pero a otros, a muchos otros, por cierto incluyendo a muchos europeos que se han servido a fondo de ella, y se siguen sirviendo, parece resultarles como una mención a la delincuencia de su linaje, o una ofensa insoportable que merece cualquier contramedida (y esto no es exagerar: bien lo sabemos, desgraciadamente).
¿Qué cableado cerebral se estropea de golpe, qué derivación hay sin toma de tierra en estas mentalidades? La del presidente al-Sissi, por ejemplo que, cuando Macron contesta a la petulante periodista, va y contesta a Macron. En plena conferencia de prensa de Estado. Y viene a decir una animalada como la que sigue: los derechos humanos están hechos por el hombre, y por tanto pueden cambiarse, pero los valores religiosos vienen de Dios y por tanto están por encima de todo lo demás.
Con otro par.
Y surgieron mil y un europeos que comenzaron a burlarse de Macron por defender este el derecho de burla. Y esos europeos que se burlaban no eran partidarios de que uno pudiera burlarse de otro. Además en su inmensa mayoría eran europeos laicos, incluso ateos y además de convicciones de izquierdas.
A este paso, y dada la frecuencia con la que se pronuncia en este sentido, va a haber que ir acabando de aceptar que la izquierda europea es un grupo de opinión antieuropeo, anti Derechos Humanos, pro-teocracias y antiexpresión libre.
Aunque fueron muchos millones de europeos, e incluso, incomprensiblemente, algunos de izquierdas, los que aplaudieron a Macron en cuanto el intercambio del zorro y la lombriz se difundió por los telediarios de esa noche.
… Y más cuando se supo que a la periodista egipcia y al mismo presidente egipcio los encarcelaron esa misma tarde y al caer el sol habían sido ejecutados, colgados por el cuello desde una grúa en el cruce de los Campos Elíseos con… Eh, no, que se me ha ido la olla.
La muy petulante periodista egipcia y el muy impertinente e iluminado presidente egipcio, tan seguros de ser objetos de la revelación divina que daba asco, siguieron sus iluminadas vidas tan campantes y aquí no pasó nada. A los petulantes de esta modalidad rara vez les pasa.