… cuando la santa madre iglesia lo mande

… cuando la santa madre iglesia lo mande

Miguel del Rincón

 

En Collado-Villalba, pueblo o municipio o ayuntamiento (cuidado, que elijan lo que quieren, los administradores locales son suspicaces) del noroeste de Madrid, que muchos conocemos porque está al borde mismo de la A6, la coalición de gobierno municipal ha tenido a bien empezar pidiendo que los lunes no se sirva carne en los bares y restaurantes, y de momento no está claro si en las carnicerías tampoco. Quizás sí se pueda vender en carnicerías, pero no en la hostelería, y además se han extendido, para que nadie pueda alegar luego nada, que eso incluye chorizos en todas sus formas y presentaciones, sea guisados en cazoletas o en bocadillos o de cualquier modo, lomo, jamón, salchichas, longanizas y todo lo que se le ocurra a cocinero o camarero alguno en lo que se pueda encontrar carne o rastros sólidos de animal en cualquiera de sus formas. Las primeras comunicaciones (ya veremos cómo se matizan más tarde, o si se matizan) no dejan mucha salida: con la caña de cerveza habrá que pedirse una tapita de brécol o unas acelguitas rehogadas.

Tengo entendido que en Collado-Villalba hace bastante frío como 9 o 10 meses al año: se ve que es desde ahí desde donde comienza la subida a Navacerrada y a Guadarrama. No sé si tiene mucho trabajo agrícola, y parece que hay sobre todo polígonos industriales, pero da lo mismo: de acarrear palés de acá para allá toda la mañana tampoco te repones con un rehogadito de coliflor. Además, no importa: no te tomas un montado de lomo sólo para reponerte de nada, sino porque está rico, porque te apetece y punto.

Pero, amigos, ya se sabe que cada cual viene de donde viene aunque lo oculte y se avergüence de ello. Y con los objetivos de las socialdemocracias cumplidos mal que bien desde hace años, ¿qué causas cogemos para seguir siendo alguien? Sí, todas esas: nadie en sus cabales entenderá nunca que lo antinuclear, lo pro-ballenas, lo anti-pedos de vacas, lo pro-bicicleta, pro-etcétera y anti-etcétera sean cosas de izquierdas, pero hay que aceptar las cosas como son: estas izquierdas han cogido esas causas, aunque en la realidad humana de la ingeniería nuclear, la pesca, la ganadería, la industria del automóvil, etcétera la mitad de los profesionales y de los usuarios sean gentes que se consideran de izquierdas. Ah, pero los líderes son otra cosa. Es verdad, siempre se nos olvida.

Se nos olvida su vacío, su estupidez, su ignorancia y su cinismo: mientras desaconsejan-penalizan-prohíben el consumo de carne se zampan un solomillo en privado, claro. ¿No recuerda mucho a aquellos viejos cuentos de las sobrinas de los párrocos con los que convivían, mientras esos mismos párrocos entregaban a los leones civiles o armados a las pobres mujeres que habían confesado su adulterio o su simple vocación de lujuria? Naturalmente, ahora está claro. ¿Cómo era aquello? Los «mandamientos de la santa madre iglesia», lo llamaban; vaya tormento, qué felices fuimos cuando creímos habernos quitado de encima esas idioteces para siempre. Pero no, volvieron. Por todas partes, en cualquier dirección, mires donde mires, ahí están las nuevas izquierdas llenas de gracia.

Y aquello en particular, ¿cómo era? Abstenerse de comer carne…

Estas son las cosas que pasan cuando se deja de pensar y se deja uno invadir por la rutina, claro. La de buscar compulsivamente causas, las que sean.