¿La España vaciada?

¿La España vaciada?

Miguel del Rincón

 

Qué placer salir de Soria hacia el Oeste y acabar en Salamanca después de haber comido en Támara, o en Frómista o puede que en Carrión de los Condes. Te cruzas con gentes que conversan tranquilas, y que te van a hablar tranquilas, y eso a muchos acelerados les parece hostilidad, vaya usted a saber por qué, o a veces hasta ineptitud. Los de la periferia solemos aparecer pronto por la mañana asomados a la cresta que hay entre Reinosa y Aguilar de Campoo, dispuestos a tomarnos un bocadillo de jamón exquisito en Becerril del Carpio, y no digamos si es algo más tarde, con la escarcha ya licuada, unas croquetas cremosas en Alar del Rey e incluso, orgía suprema, una menestra de verduras palentina (unas piezas empanadas, otras no, supérenme eso) en el Hostal La Piedad de Herrera de Pisuerga. No hablaremos del famoso y muy burgués (?) Hostal Landa y sus huevos fritos con morcilla sin una sola gota de aceite, a la salida de Burgos capital, o de la llamada injustamente «Área Tudanca» junto a la A1 en Aranda de Duero, porque parece que con esa denominación se queda en gasolinera con bar, pero en realidad es un complejo de restaurantes y cafeterías que merece la pena visitar aunque sólo sea por la simpatía de la cajera. ¿Y qué destacamos del asador Como en Casa, en Milagros, un poco más al sur? No hay modo de elegir algo. ¡Hasta completan la menestra con salsa de tomate!

Pero podemos irnos al mirador de Autilla del Pino y ver la Tierra de Campos bajo nosotros, con un aguacero a la derecha y otro más lejos hacia el norte, y comprender entonces cómo es posible que nunca falte (hasta ahora) el pan. También podríamos pasear desde Benavente hacia el sur y el este, por Villafáfila y hasta Ampudia, castillo tras castillo, y dejarnos explicar las cosas por la que suele ser señora del pueblo a la que han encargado de ello. Vaya con el gótico de la zona, pero es que vaya también con el románico, con el cisterciense, y hasta con estas o aquellas joyas que por llamar algo llaman prerrománicas. ¿Vamos el siguiente fin de semana al este de esa España «vaciada»? Nos subiremos, quizá, hasta Duruelo, nos caerá una tormenta de premio, navegaremos por un océano de pinos y bajaremos hacia el Burgo de Osma y San Esteban y nos costará no aceptar la invitación de alguien a comer. ¿O subimos un poco, hacia Covarrubias e incluso a los montes de Oca? Nos hemos dejado las capitales: ¿qué hacemos con los bares y las tapas de Palencia y su paseo inagotable por san Miguel, la Catedral, el río y vuelta?
Cortemos aquí: cualquiera que insulte a esta España de «vaciada» no sabe de qué está hablando. Hoy es como quiere ser, y es muy buena porque es una belleza, y está llena, no vaciada, de gentes que se dedican a ser lo que son (que no se puede aspirar a más, diga el «esquizofrénico Heidegger» lo que diga), y no a estrujarse el magín para averiguar qué deberían ser, y a disfrutar de lo que tienen, a cuidar lo que desean. ¿Quién, salvo un ignorante, puede pedir que los centenares de kilómetros cuadrados de trigales sean… qué, urbanizados, colonizados, ocupados cómo, para no ser tildados de «vaciados»? Es que eso no lo quieren las gentes de allí mismo: quieren sus trigales, sus campos de cebada y de cultivos, sus horizontes y su cielo.

No cuesta tanto consultar el origen de la actual distribución humana, que fue poblamiento desde el siglo X, y no repoblación, porque antes no había nada, hasta las más áridas estadísticas demográficas de, pongamos, los últimos cien años (y si se quiere, doscientos, da igual). Aquí no ha habido subidas ni bajadas de población significativas. No vamos a traer aquí las cifras: están a mano de todos. Como mucho, Palencia ha crecido un poco, Valladolid algo más, Burgos más o menos como Palencia, las ciudades de menor tamaño muestran una notable estabilidad con alguna cuya población ha bajado algo… ¿Qué es eso de «vaciada»? Tomaron los rutinarios aquel «La España vacía» y lo retorcieron, participiándolo, como siempre hacen los inquisidores, para connotar intención, maldad, voluntades corruptas. ¡Nada sucede sin unos hombres malos detrás!, nos enseña siempre su superioridad.

Se vive de maravilla en esas ciudades de esa «España vacía». ¿Falta todavía algo de fibra óptica o alguna cosa así? Se está poniendo. Se han acostumbrado algunos a quejarse de no tener ya el café con leche mientras todavía les están añadiendo la leche.

Pero no es eso: es que hay gentes que prefieren irse a vivir a las grandes ciudades; hay hijos que encuentran trabajo antes en las capitales que en el trigal; y hay, por otro lado, tipos que al ver un trigal sólo pueden pensar, llevados por su rutina de hacerlo, en la conspiración que ha conseguido que en esa ladera haya trigo, y no una buena ringlera de adosados con un centro comercial allí al final, y aquí una avenida con carril bici, por supuesto, no hay derecho, qué adelantos se están perdiendo. Pero progresistas, ¿eh?