Radioterapia de izquierdas

Radioterapia de izquierdas

Miguel del Rincón

 

¿Por qué la izquierda ha cogido para sí la cosa ecológica como si fuera necesario ser de izquierdas para ser ecologista o, no sabemos si tanto, ser ecologista para ser de izquierdas? Conozco yo diría que en número similar a gentes de izquierdas y de derechas, y por lo menos en mi experiencia no hay diferencia en cuanto a la postura a favor o en contra de las preocupaciones ecológicas en función de si se vota a un partido más de derecha o más de izquierda. Es cierto que hay algún mamut de la derecha que entra en la cacharrería afirmando las burradas que cualquier gurú más o menos anticientífico y simplón propone al personal; pero creo que podría presentar un mamut de la izquierda por cada uno de estos de derecha. Quizás los que en la derecha se dan más al desprecio de los criterios científicos lo hacen desde una posición de esquematismo mezquinamente economicista (y sueltan lo que creen bromas sobre quemar bosques para hacer urbanizaciones, y a su alrededor hay risotadas de trazo grueso); y quizás los que en la izquierda se dan más al desprecio de los criterios científicos lo hacen desde una posición de esquematismo sindicalero ceñudo (y sueltan lo que creen angustiosas lecciones morales sobre la prioridad de aumentar los sueldos de los obreros antes que preocuparse de la banquisa, y a su alrededor hay pésames de trazo grueso).

En fin, resulta más desconcertante, o no, la apropiación ecologista en la izquierda, y más concretamente de la cosa antinuclear, cuando se recuerda el origen de estas movidas allá por los setenta, cuando la OTAN colocaba misiles en el lado de acá del telón de acero, y el Pacto de Varsovia, o sea la URSS, colocaba misiles en el lado de allá del telón de acero, pero los grupos de izquierda del lado de acá protestaban contra los misiles del lado de acá con argumentos como eternos, pero no tan eternos por lo visto contra los misiles del lado de allá, pero no muchos o casi nadie o nadie se les enfrentaba en público diciendo eso tan obvio de que si se oponían a los misiles de acá por la posible contaminación nuclear, qué pasaba con los que estaban a veces a un kilómetro pero al otro lado, si es que esos misiles igualmente nucleares no traían consigo igual peligro de posible contaminación. Aquello era un sindiós de asimetría, o de argumento mal cosido, porque el argumento era ese, pero evidentemente ese no era argumento válido. Broncas, disturbios, guerrillas y bastante sangre de militantes en los suelos de las universidades del lado de acá, y a veces a los pies de los muros de las bases de la OTAN en la misma Alemania (occidental, no la de allá)… ¿para qué? ¿Por orden de quién? ¿De verdad había tantos militantes que no se daban cuenta de la cojera de la protesta? Estas protestas no enunciaban «Queremos que occidente desmantele sus misiles porque queremos que gane el Pacto de Varsovia y toda Europa se una a la URSS»; se protestaba porque la energía nuclear era mala. ¿Sólo la de un lado?

Y desde aquello, que sigue sin explicación, hemos llegado, cuarenta años después, a su versión actual: si alguien expresa su preocupación por… eso, por ejemplo: la reducción de la banquisa, entonces más de uno a su alrededor va a suponerle de izquierdas, y eso tanto si el que supone es de izquierdas como de derechas. Del mismo modo, si lo que un incauto expresa en público es que la preocupación ecológica no es la primera entre las suyas, y que de momento le agobia más, yo qué sé, el asunto de la inmigración, o cualquier otro, alguien a su alrededor le va a suponer de derechas (y eso en España lleva muy lejos, ya sabemos).

Ese automatismo es tan antiguo y mohoso que ya sólo produce tedio. ¿Aquellas infiltraciones de los setenta en partidos occidentales de verdad eran tan poco profesionales como para llegar a producir estas idioteces con el paso de los años? ¡Hasta tenemos una especie de alto cargo gubernamental que, para ponerse muy pero que muy de izquierdas, ha llegado a decir en octubre pasado que está en su agenda acabar por completo con cualquier uso de la energía nuclear! Sin entrar, que no sería difícil, pero sí largo, en la producción eléctrica, lo dejaremos en una breve mención, por ejemplo, a las radioterapias antitumorales. Y si se estudia un poquito de ciencia bien estudiada, y no de suplementos dominicales, se verá que ese es sólo uno de los cientos de usos imprescindibles de la radioactividad para nuestro bienestar.

Pero parece que no, que lo nuclear es igual a derechas, a guerra, al mal. Pura rutina.